Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Área de Adultos: Acción Católica

 

2. ¿PARA QUÉ SE REÚNEN?

 

Hemos dicho que estos cristianos militantes se reúnen de modo estable. A la asociación suelen llamarle «movimiento». Trabajan necesariamente organizados, como aconseja el Concilio (AA 18). Se reúnen para hacer efectivas las 4 NOTAS de la Acción Católica. Estas notas son capaces de vertebrar la Acción Católica y expresan su eclesiología.

Es oportuno recoger las páginas en que el Concilio se refiere expresamente a la Acción Católica. Por supuesto en AA, el número 20, con una recomendación expresa al final del número. Es muy importante que la Acción Católica sea también señalada en el Decreto «Ad Gentes», en el número 15. Y a los obispos recomienda el Concilio que ayuden y apoyen a la Acción Católica (CD 17). Otro dato: En Christifidelis laici es la única asociación consignada por su nombre, en el número 31, y se cita igualmente en el número 47 de Catechesi tradendae.

 

Desde el Concilio, la Acción Católica se ha precisado y definido por 4 características, que se llaman las NOTAS. Donde se den esas 4 NOTAS a la vez, en principio, se da la Acción Católica.

Digo «en principio», porque para que una asociación sea reconocida como Acción Católica Española de ámbito nacional, es preciso que se inscriba en la Federación de Movimientos de la Acción Católica, porque se atiene a las Bases Generales de la misma Acción Católica, y porque ha sido erigida canónicamente por la Conferencia Episcopal (Estatutos, art 4.5).

Las 4 NOTAS se refieren: 1ª, al fin apostólico de la Acción Católica; la 2ª a la dirección seglar: la 3ª habla de la organización, y por último, la 4ª matiza una especial vinculación con la Jerarquía, de modo que se manifieste en una más estrecha e inmediata colaboración con el apostolado jerárquico (LG 33; AA 24).

Después del Concilio, estas 4 NOTAS, explicitadas en AA 20 ‑que es el texto fundamental de la Acción Católica‑, han sido leídas, como he apuntado, a la luz de otros documentos del Concilio, como la LG, GS, AG, y se han leído también en la historia de la Acción Católica.

Deletreo brevemente estas 4 NOTAS, y sigo un orden distinto al enunciado en AA. No sé si lograré ser más pedagógico.

 

2.1. En primer lugar se reúnen. En los Movimientos de Acción Católica los seglares trabajan unidos a la manera de un cuerpo orgánico, para dos fines: manifestar mejor la comunidad de la Iglesia y para que resulte más eficaz el apostolado (AA 20 c). Es la 3ª NOTA.

Esta nota pide a los Movimientos un modo eclesial de trabajar. Han de poner especial empeño por contribuir y reforzar la comunión eclesial, que es tema recientemente recordado con insistencia en Tertio Millennio Adveniente y Novo Millennio Ineunte, y hacerlo así en los ámbitos en que están organizados los Movimientos: parroquial, diocesano, supradiocesano. La organización no es, ante todo, por razones de eficacia, sino para anudar la comunión y expresar la eclesialidad. La Acción Católica es eclesial por el fin, pero también por el estilo, es decir, al estilo de la Iglesia. Palabra clave es «unidos». Esta apertura a la comunidad eclesial es específica de la Acción Católica. Como quiere el Papa Juan Pablo II, la Acción Católica está llamada a ser una gran fuerza de comunión íntraeclesial. ¿No será una afirmación de la posibilidad y necesidad de conjuntar la pastoral?

Se unen también, porque entienden que es más eficaz el testimonio común de los valores del Reino; porque aseguran una participación más responsable de sus iniembros, y porque aúna y coordina sus esfuerzos (AA 18).

2.2. El protagonismo de los laicos, es la 2ª NOTA, «aportan su experiencia y asumen la responsabilidad en la dirección» (AA 20 b).

Se reconocen, por esta NOTA, los derechos y deberes de los laicos, que nacen de su unión con Cristo, y del Bautismo y la Confirmación, que les capacitan para ello (LG, cap IV; AA 13). La Acción Católica es obra de laicos. La Acción Católica es «muy secular» Por eso mismo, el mundo, la actividad humana y sus relaciones es lugar adecuado y privilegiado de la Acción Católica; la presencia en el mundo es responsabilidad del apostolado seglar, y así lo asume la Acción Católica, y no puede retirarse de este compromiso. «Iglesia en el mundo» son los laicos cristianos y no lo olvida la Acción Católica. Presentes en el mundo. En esta NOTA, palabras claves son «responsabilidad y experiencia».

ü      Responsabilidad en la dirección. Cuando se extiende el nombramiento de presidente, se hace con esta clara afirmación. Él es quien preside el movimiento en el ámbito parroquial, diocesano o general.

 

ü      Responsabilidad y experiencia «en el examen cuidadoso de las condiciones en que ha de ejercerse la acción pastoral de la Iglesia». La Acción Católica no ha nacido para sí. Vive en la Iglesia y vive para la Iglesia. Esto implica que esta NOTA se lea a la luz de la GS, la «Iglesia en el mundo», la Iglesia para el mundo, como lo fue el Señor, para gloria de Dios Padre, y como se ha recordado unas líneas más arriba.

ü      Responsabilidad y experiencia en la elaboración de los programas de trabajo, en su seguimiento y en su evaluación.

Quienes van a realizar el fin apostólico de la Iglesia son los laicos, y lo realizan del único modo posible: en comunión y cooperación con las orientaciones diocesanas y supradiocesanas, de los Obispos y del Papa. El laico de Acción Católica conoce, como norma eclesial, el viejo adagio: «Nada sin el Obispo». Pero también, en dirección recíproca, los obispos y los sacerdotes los escuchan fraternalmente, promueven su corresponsabilidad, les encomiendan tareas, y les dejan en libertad (PO 9; cfr LG 37).

2.3 Se reúnen para un fin inmediato, «el fin apostólico de la Iglesia», es decir, «la evangelización y la santificación de los hombres, la formación cristiana de sus conciencias, de tal manera que puedan imbuir del espíritu del Evangelio las diversas comunidades y los diversos ambientes» (AA 20 a). Este fin global de la Iglesia es la primera NOTA.

El proceso se inició describiendo la Acción Católica, como «participación en el apostolado jerárquico». Posteriormente como «una cooperación con ese apostolado jerárquico», para descubrir que la relación radical es, ante todo, con la Iglesia, como lo es la misma Jerarquía. Palabra clave la eclesialidad. En la fisonomía genuina de la Acción Católica, se destaca, por tanto, su eclesialidad. Sin esta referencia, manifiesta y vivida, no existe la Acción Católica. Así es, porque asume el fin global de la Iglesia. Y se destacan tres aspectos eclesiológicos:

1º El fin general apostólico de la Iglesia, con tres verbos: Evangelizar, santificar, formar. Es el Señor quien destina a los laicos para este fin (LG 30,33; AA 3; ChL 24). Es decir, la Acción Católica no tiene un fin específico suyo propio, sino que hace suyo el triple objetivo de la Iglesia en cualquier campo o ambiente y también en el ámbito de la comunidad.

Nace para evangelizar. Es su pasión evangelizar en la comunidad, pero, sobre todo, donde el mundo y sus realidades necesitan ser transformadas según los valores del Evangelio. Nace, además, como una fuerte llamada a la santidad. Y el tercer empeño permanente de la Acción Católica es la formación de sus militantes, niños, jóvenes o adultos.

2º En la Iglesia particular es el segundo aspecto eclesiológico. La Acción Católica se define también por su fundamental referencia a la Iglesia particular. Por eso, la Acción Católica debe consolidar fortificar la comunidad parroquial y la diocesana, y la consolida también por su comunión supradiocesana y universal.

3º Por último, como se dice en esta NOTA, que habla de ambientes, la Acción Católica nace para «plantar la Iglesia» (AG 15), más allá de las parcelas cultivadas. Este empeño serio hizo nacer la Acción Católica Especializada, que hoy sigue teniendo vigor necesario. La Acción Católica es expresión y presencia de la Iglesia en el mundo infantil, de jóvenes y de adultos, en el mundo obrero, rural y universitario; en el matrimonio y en la familia, con los enfermos y minusválidos, en el campo del turismo y de los medios de comunicación social. La Acción Católica está, o debe estar, presente en estos ambientes, como exigencia de su fe, en actitud de participación y solidaridad.

Por todo esto el Papa Pablo VI la llamó una «singular forma de ministerialidad laical» (AG 15). Paso a describir la cuarta NOTA.

 

2.4 Bajo la superior dirección de la Jerarquía. Esta NOTA hay que leerla y estudiarla después de las anteriores. Las supone v las tiene en cuenta. Es NOTA específica de la Acción Católica e igualmente más difícil de definir, de explicar y de entender, también de vivir. Aunque se presiente lo que es y significa, cuando se vive.

La «superior dirección» es un plus añadido a lo que, en toda ocasión, se debe pedir a cualquier Asociación de fieles (AA 20 d). Usa dos expresiones, que son palabras clave para aproximarnos el sentido más exacto, no erróneo, en el que debe entenderse esta específica dirección.

a) La primera expresión es la directa cooperación con el apostolado jerárquico. Dírecta, es decir, sin intermediarios; sin otras dependencias eclesiales; exclusivamente. Cooperación .  porque en la Iglesia siempre se coopera. Es un estilo, un hábito, una forma estable de trabajar. Es roce, es cercanía, es humildad. Es la eclesiología de comunión. Supuesta la cooperación directa viene la segunda palabra clave,

b) La segunda expresión es la dirección de la jerarquía que, a veces, es «un mandato explícito».

ü      No es la dirección necesaria del Obispo en toda actividad pastoral de las asociaciones (AA 24)

ü      No puede suprimir, por otra parte, la dirección responsable de los laicos; no puede minimizar la condición laical; ni es una dirección permanente en la marcha habitual de los Movimientos.

ü      Supone el respeto de la NOTA 2ª, «la dirección de los laicos» y el respeto de la 3ª el «carácter orgánico».

ü      Nace de una teología viva, nace de un proyecto común de evangelizar y santificar, nace de la fe en el ministerio de la unidad.

ü      Es un trabajo evangelizador y misionero en común. Es un trabajo fuertemente asociado. Nace de la 1ª NOTA. se expresa en este trabajo en común y también nace de ese estilo de trabajo.

ü      En todo caso hay que conjugar el ejercicio de la función propia del Ministerio Pastoral (LG cap. 3), con la misión propia, que corresponde a los laicos (LG cap. 4). No niego que esta forma de entender el apostolado esté exenta de tensión. Pero es como la realidad viva del Evangelio, que nos coloca más allá de lo rutinario o de lo simple. El Evangelio es sencillo, pero no es fácil.

ü      Requiere diálogo, acogida, estima cordial, profunda comunión y unidad, corresponsabilidad, trabajo común no al final sólo, sino en todo el trayecto. Es un estilo de pastoral. Como es enriquecedor para el Ministerio jerárquico el trabajo cercano de laicos y pastores, es igualmente enriquecedor para los laicos trabajar en común con los pastores bajo su «superior». dirección.

Quien hace presente al Obispo en la Acción Católica es el consiliario. El consiliario, por esta NOTA y por la eclesiología de comunión, hace que un grupo sea Acción Católica.

Una consecuencia correlativa es que, como se dice en AA, el Ministerio pastoral, con respecto a la Acción Católica, asume una responsabilidad especial, y, además, puede promover y encarecer la adhesión a ella (CD 17).

Reunid estas palabras clave: Unidos a modo de cuerpo orgánico, con responsabilidad y experiencia, con eclesialidad, y con cooperación directa e inmediata con la Jerarquía y bajo su superior dirección para el fin global de la Iglesia, y habéis hecho nacer la Acción Católica.

Es mucho más lo que podría decirse. Pero, para terminar tengo que anotar que estas cuatro NOTAS deben darse al mismo tiempo y no pueden desguazarse, que la originalidad de la Acción Católica es la presencia de estos cuatro rasgos simultáneos. ¿No os convence una asociación así? ¿No deberíamos promoverla decididamente?

2.5. Me queda hacer referencia a un quinto rasgo, que en su historia ha ido asumiendo v desarrollando la Acción Católica hasta convertirse en elemento integrante de su identidad. No es una NOTA reseñada en AA 20. Me refiero a la pedagogía activa, propuesta por el Concilio en AA 32, sancionada en MM 236; avalada en ChL 31; recogida en el CLIM 124 s. (Bases 3).

Esta pedagogía supone un estilo de acercarse ante la realidad y ante la vida; un modo de educar partiendo de la vida; no disocia fe y vida; descubre la presencia del Espíritu en la historia, que fue y es el libro de la manifestación de Dios; actúa para ser fermento en esa realidad (LG 31).

Tiene conciencia de que la formación y evangelización de las personas es un proceso, a veces, lento; respeta la acción de la gracia y el ritmo de cada uno; valora el pequeño grupo, que está abierto a grupos más amplios y que debe ser fermento transformador.

Se la llama «revisión de vida», «análisis de la realidad desde el Evangelio», «lectura cristiana de la vida», «método de encuesta: ver, juzgar y actuar».

Este método de pedagogía activa se integra también en un programa de formación sistemática, que implica la lectura asidua de la Palabra de Dios, una catequesis viva y orgánica, una creciente formación teológica y un análisis global de la sociedad según las exigencias de la misión evangelizadora de la Iglesia, para ejercer un discernimiento y un juicio cristiano.

Termino diciendo que «formar» ha sido un viejo y permanente empeño de la Acción Católica. Formar para ser seguidor del Señor, unir la fe y la vida, celebrarla en los sacramentos y en la oración. Formar desde la acción y para la acción transformadora. Substantivo de esta asociación es la «acción», en todos los ámbitos. Es una acción, que nace de un modo de ser cristiano, seguidor de Jesús, en la Iglesia y para el mundo, como la misión de la misma Iglesia.

El resultado es que merece la pena apostar por este modelo de Apostolado Seglar laical. Si se entiende bien, habría que crearlo, si no existiera. Son laicos diocesanos. Por eso, habrá que valorarlo y potenciarlo donde ya existe.

   

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