Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Área de Adultos: Acción Católica

 

CONCLUSIÓN

 

Me preguntaba si este empeño no será una utopía en vano. ¿Merece la pena hacer el esfuerzo de relanzar la Acción Católica? ¿Es tan extraterrestre la Acción Católica, que he presentado? Y no he hecho más que leer el Concilio.

¿Por qué no nos decidimos los sacerdotes? ¿Por qué no se deciden muchos laicos? No os creáis sólo mis palabras. «Creernos no por lo que tú nos dices, sino porque lo hemos visto» (Jn 4,42)

He abierto la casa de la Acción Católica. Entrad. Deteneos. Conocedla mejor. No tiene el corazón aviejado. Es bonita.

«Venid y lo veréis». Tal vez toque a los sacerdotes levantar algún ladrillo y recrearla, porque algunos se empeñan sólo en restaurar lo viejo, para dejarlo arcaico y como pieza de museo. No es eso. Los cuerpos vivos no se restauran, viven y crecen.

Me pregunto, además, qué puede aportar la Acción Católica a los sacerdotes.

Puede darnos una clara visión de la Iglesia diocesana y una apuesta por ella, a nosotros, que no somos «sacerdotes parroquiales», sino diocesanos, aunque entreguemos la vida en las parroquias.

Nos ofrece una teología viva del laicado.

Hace una apuesta por la evangelización, conscientes de que, en este momento histórico, «o la hacen los seglares o no se hará» (CLIM).

Nos dará hermanos laicos adultos, aunque sean jóvenes o niños.

Ofrece un instrumento evangelizador, que no tiene dependencias externas.

Nos da un puesto de trabajo, porque exige nuestra presencia de consiliario, y nos da la oportunidad de romper la inercia o la rutina, o la improvisación.

En fin, la Acción Católica nos hace más sacerdotes.

Y hace más laicos. Los laicos enteramente diocesanos. A ellos les presento un extraordinario modo de vivir en la Iglesia su bautismo y confirmación. Ha sido camino recorrido por millares de hombres y mujeres, jóvenes y niños, que han vivido con pasión y adhesión a Cristo, su amor a la Iglesia, su compromiso evangelizador audaz, su servicio incondicional.

No digo que sea fácil. Afirmo que es apasionante y necesario. Y que merece cualquier esfuerzo.

Ha de ser verdad, en nuestra Diócesis, que algo «nuevo está brotando». Por la fuerza del Espíritu.

    

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