Parroquia Asunción de Nuestra
Señora de Torrent
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Capítulo II: La Configuración de una Cristiandad Barroca (Siglos XVII-XIX)
II- OFICIOS PARROQUIALES DESEMPEÑADOS POR CLERIGOS
2.2- Racional
El empleo de racional consiste, como indica su nombre, en la distribución de las porciones o raciones correspondientes a todos aquellos individuos que participan en las celebraciones de culto.
Para ello disponía de un libro denominado racional, de una duración anual, donde anotaba la celebración, las personas que participan en ella, y la porción que les correspondía por su oficio. Para saber cuales eran los actos de culto a celebrar, debía pedir al comenzar el año al archivero una memoria de las misas a realizar que fueran cobrables con la finalidad de componer el libro. Si se celebraba algún acto que no se pudiera cobrar por no pedir la memoria el racional, la pagaría este de su propio peculio, del mismo modo que lo haría el archivero si había sido un descuido del mismo. Como complemento estaba el libro de pólizas. Cada participante en la celebración del culto disponía de una póliza mensual donde el racional apuntaba los oficios en que participaba, y la cantidad que le correspondía percibir al final de este período.
Las condiciones que debe seguir el racional en su trabajo se recogen en la deliberación del cabildo parroquial celebrado el 13 de agosto de 1800, en la siguiente forma:
"El racional trabajará su racionalato en la sacristía de la yglesia sobre una mesa particular que se hará para tal efecto [...]. Segunda condición, que el archivero hará lo mas pronto que pueda un plan o arancel de las distribuciones arreglado a las sinodales, i visitas, i prácticas de esta yglesia, i si hay duda se resolverá por el mismo cura i clero, i con esto creemos quedar todas las desputas i discordias. Tercera condición, que los ynteresados acudan al racionalato en lo votivo dentro de un mes, y en lo amortizado dentro de la tercia. A en los yerros que se hallaren en los racionales, amigablemente se compondrán cura y clero".
Solamente en el caso de no llegar a un acuerdo en estas disputas con la intervención del cura y del clero parroquial, se recuriría al arbitraje del señor provisor del arzobispado.
Pero estas condiciones algunas veces no se cumplían por el carácter descuidado de los mismos racionales. En el año 1809 el capítulo parroquial llamaba la atención a los capellanes mosén Manuel Piqueres y mosén Manuel Andreu, que tenían compartido dicho empleo:
"Que los racionales mosén Manuel Piqueres y mosén Manuel Andreu no cumplían en trabajar las mesadas y darlas corrientes al principio de cada mes, que es la práctica que siempre se ha observado en esta yglesia. Como también es práctica que todas las cantidades que cobran los racionales por las misas testamentarias o algún entierro, se las entregan al colector al cabo del mes, y toma conocimiento del estado de la cobransa. Por lo que determinaron y deliberaron que se cumpla exactamente la referida práctica y costumbre".
Al hacer caso omiso de estas advertencias, al mes siguiente se hizo necesaria una segunda amonestación para que su trabajo se desempeñara con la puntualidad necesaria:
"Assí mismo, en atención de que en el capítulo prima mensis antecedente mandó el clero a los racionales mosén Manuel Piqueres y mosén Manuel Andreu arreglassen las mesadas antecedentes, y no lo han cumplido. Se les manda, que sin la menor demora las arreglen, como también que todas las celebraciones, assí votivas como amortizadas, se alarguen y anoten en continente que se celebren, en el libro racional, y no se fien de anotarlas en papeles por peligro de perderse".
También el racional debía personarse en todos los entierros para, antes de procederse al mismo, recibir de manos de los albaceas una copia autentificada de las cláusulas testamentales donde se indicara la cantidad que el difunto había dejado por su alma, y para otras obras pías. Estas debía mandarlas antes de un mes al tribunal de causas pías. Este empleo estuvo retribuido con 25 libras anuales a principios del siglo XIX.
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