Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Capítulo II: La Configuración de una Cristiandad Barroca (Siglos XVII-XIX)

IV- OFICIOS PARROQUIALES REALIZADOS POR LAICOS

3.9- Campanero

Desde la edad media el sonido de las campanas ha venido marcando la vida de la comunidad parroquial. Durante la etapa barroca se introdujeron nuevos toques con una frecuencia diaria, precisándose por este motivo de una persona encargada de efectuarlos.

El sínodo de Urbina establece la obligación de realizar los distintos toques, que se han mantenido de la misma forma hasta la celebración del concilio Vaticano II. Se conceden cuarenta días de indulgencia a quienes guarden el sentido de los mismos.

Se debe tocar la campana a la hora en que el sacerdote consagra en la misa mayor y alza la hostia y el cáliz, para que todos dejen sus menesteres en que se hayan empeñados y se arrodillen. También se debe tocar tres veces a las doce del día "...lo qual se haze para excitar al pueblo a que en aquella hora ruegen a Dios por la paz, y concordia, entre los Principes Christianos y extirpación de las heregias". Todos los días se tocaba a almas al finalizar el día, con el la intención de que se orase por las almas que todavía están en el purgatorio. Este toque se efectuaba a las ocho de la noche en invierno, y en verano una hora más tarde, a las nueve.

Los ayunos preceptivos, fuera de los realizados en el tiempo de cuaresma, también se indicaban con el sonido de las campanas. Para recordar esta obligación a los que debían cumplirla, la noche antes, después del toque de almas, se efectuaban 24 toques de campana.

Para indicar el día en que salía un alma del purgatorio gracias a los beneficios de la Bula de la Santa Cruzada, la noche antes, después de ánimas, se efectuaban siete toques de campana. Aunque estos toques eran los preceptivos y más comunes, existían otros para indicar los diversos actos y momentos de la vida de la comunidad. El abuso en el toque de las campanas que muchas veces se cometía llevó al arzobispo Francisco Fabián Fuero en el año 1790 a promulgar una pastoral en la que quedaran regulados los diversos toques "... pues si fueran siempre Clerigos vestidos de Sobrepelliz los que tocaran las Campanas como en el Concilio Coloniense mandó San Carlos Borromeo, ó el mismo Abad como quiso San Benito, podria asegurarse sin peligro de errar que no serian los toques tantos i tan largos".

Los toques regulados en esta pastoral fueron, además de los ya reseñados, los de viático, extrema unción, agonía, entierro de adultos, entierro de párvulos, conmemoración general de los difuntos, tempestad, cuarenta horas, y los de las fiestas de la Asunción y de la Ascensión.

El campanero encargado de realizar estos toques disponía de acceso al campanario desde el exterior del templo, por la puerta que se conserva en la actualidad, aunque ahora ha quedado incorporada a sus dependencias interiores como consecuencia de unas reformas habidas hacia mediados del siglo XIX. Las fuentes disponibles nos silencian cualquier referencia respecto a la designación de este empleo, así como a su retribución. Sabemos que este disponía de una póliza donde se le abonaba su salario, por lo que suponemos que dispondría de un sueldo fijo, con derecho a participar en las distribuciones del culto, abonándole cierta cantidad por cada toque extraordinario, tal como demuestran algunas referencias encontradas en el archivo parroquial.

En 1708 el colector pagó a Joseph Ferrandis "... tres sous per tocar les campanes en lo dia 3 dels corrents per lo aniversari general que es cantà de mandato sr. arzobispo, per les ànimes de soldats del nostre rey, que són morts en les guerres presents...". En 1737 ocupaba este cargo Joseph Gosalvo, quien cobró el día de San Pedro ocho sueldos "... per tocar les campanes y enrramar la església en dita festa..." Por el mismo concepto este cobra idéntica cantidad en 1753. Miquel Planells será quien se encargue de hacer sonar las campanas en 1807, pues en el cabildo parroquial se acuerda pagarle "...por haver tocado las campanas en el funeral del padre fray Francisco Requení tres sueldos, los que se lo pagaran en la póliza de su salario".

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