Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

Inicio

Indice

 

 

Capítulo III: Una Comunidad Comprometida con la Sociedad (Siglos XIX-XX)

1- EL CLERO

1.3- La aparición de nuevas órdenes religiosas

Durante la segunda mitad del siglo XIX se fundaron numerosas ordenes religiosas con la finalidad de ofrecer respuestas concretas por parte de la Iglesia a los problemas planteados en el seno una sociedad en transformación. En el periodo comprendido entre 1885 y 1933 se instauraron cuatro congregaciones religiosas dentro de la jurisdicción de la parroquia de la Asunción de Torrent. Aunque cada una tenía unos fines apostólicos propios, todas ellas tienen en común su dedicación a la enseñanza a través de los colegios que instituyeron. La principal aportación de los colegios femeninos consistió en la instrucción de mujer, que hasta el siglo XIX se encontraba marginada de los sistemas educativos, tanto desde el punto de vista académico, como práctico, que le permitiera su integración de una manera digna en la sociedad. El esfuerzo por alcanzar este objetivo queda manifiesto en la impartición de clases nocturnas, para que aquellas mujeres que tenían que trabajar durante el día pudieran obtener la misma formación que las que se encontraban en edad escolar.

1.3.1- Religiosas Terciarias Franciscanas de la Inmaculada

Esta congregación fue fundada en Valencia el 17 de febrero de 1876 por la madre Francisca de la Concepción, obteniendo la aprobación definitiva de la santa sede el 16 de abril de 1901. Sus fines apostólicos son la enseñanza a ciegos y sordomudos.

Las religiosas terciarias franciscanas se instalaron en Torrent el 3 de noviembre de 1885, fundando el asilo de Nuestra Señora de la Esperanza. Durante los primeros años habitaron una casa en la calle de santa Bárbara, que se abandonó muy pronto por circunstancias que se desconocen. En 1886 ocupaban ya el edificio de la calle Ramón y Cajal. La capilla tenía acceso desde el exterior a través de una pequeña puerta, con la finalidad de que los vecinos pudieran participar de los actos litúrgicos que ahí se celebraban. Pero esta se había quedado pequeña, por lo que la superiora envió una instancia al arzobispado el 23 de octubre de 1886 pidiendo el cambio de emplazamiento. Se propuso su ubicación en un local más espacioso del primer piso, conservando la misma entrada independiente desde la calle. Tras su aprobación, y concluidas las obras, la nueva capilla fue bendecida por el rector de Torrent el 2 de diciembre de ese mismo año. Unos años después, en 1990, el cura don Joaquín Rafael Lorca pedía licencia al arzobispado para bendecir una campana colocada sobre la fachada del recién construido oratorio público de la casa de beneficencia y hospital de mujeres. La faceta de hospital duró muy pocos años, permaneciendo tan sólo la de beneficencia o residencia de señoras.

En el año 1892 el rector de Torrent volvía a dirigirse al arzobispado pidiendo licencia para poder celebrar la procesión de Corpus Christi por la calle de Ramón y Cajal en uno de los días de su octava, dado que no podía celebrarse en el interior de la capilla por su reducido espacio. Al volver a pedir la renovación de esta licencia en 1893, el rector de Torrent narra en su instancia como se vivió la procesión el año pasado.

"el entusiasmo general de los torrentinos en los actos religiosos, y especialmente al ver salir de la capilla pública a Su Divina Magestad fue inusitado, adhiriéndose la mayor parte del pueblo a los festejos que dieron el mejor resultado a la beneración y culto que merece tan alto sacramento".

En el año 1892 el rector de Torrent dirijía una instancia al arzobispado indicando que, dada la escasez de clero, muchas veces no se podía celebrar la misa en el oratorio de las franciscanas, con los consiguientes problemas que ello acarreaba "a las pobres ancianas que apenas pueden andar, y a las hermanas que cuidan de las enfermas". Por ello solicitaba licencia para designar a un sacerdote que pudiera binar en la referida capilla, y en la de la alquería del Ráfol, donde residían algunas temporadas sus dueños y permanentemente gran número de trabajadores. Posteriormente un capellán se encargaría de celebrar la misa diariamente. Don Mariano Silla fue el último capellán, ocupando esta plaza de 1923 a 1936.

El 21 de octubre del año 1894 se fundó un colegio para señoritas en la calle de Marco, llamado Colegio de la Purísima. Este fue un centro docente para párvulos y niñas de primera enseñanza. Al no haber lugar en ese edificio para internado, se alquiló una casa cercana con el fin de atender las solicitudes recibidas, pero de esta manera tuvo muy corta vida. Sin embargo, en el colegio se hicieron algunas obras para la instalación de una capilla. También se instituyó una academia de labores de tejidos, a la que asistían las jóvenes acomodadas de la población a bordarse la dote, casi hasta las vísperas de su boda. Testimonios orales referentes a la década de los veinte indican que se distinguían dos tipos de alumnas con distintos uniformes: las asiladas o de beneficencia, y las distinguidas. Durante esos años fue muy importante la ayuda material brindada por algunas personas de gran influencia como don Rogelio Chillida, magistral de la Catedral, y don José Andreu.

Al proclamarse la segunda república, el Colegio de la Purísima fue cerrado durante un corto espacio de tiempo, pero se reabrió de nuevo con el nombre de SADEL-Lope de Vega. Durante esta época había habitaciones gratuitas para personas, pues de cada cuatro alumnas que entraban pagando al colegio, se admitía a una anciana gratis. Además de la misa y oraciones diarias, se solemnizaba todos los años la festividad de Corpus Christi, tal y como se venía haciendo desde 1892. También en mayo se celebraba con todas las alumnas el mes de María, y en junio el mes del Sagrado Corazón de Jesús. Los primeros viernes de mes había hora santa en la capilla, y en cuaresma rezaba el Via-Crucis. Las niñas que acudían al colegio tomaban la primera comunión en su capilla.

Al estallar la guerra civil las hermanas se vistieron de particular y llevaron a las niñas a una casa para que sus padres fueran a recogerlas. Las que pudieron regresaron con sus familias, mientras que las restantes fueron acogidas en casas particulares de la localidad. Una de las religiosas que se hallaba en Torrent, sor Angélica, fue fusilada por no querer desvelar donde se escondía un hermano suyo que era sacerdote. El colegio de la calle de Ramón y Cajal fue incautado, y se convirtió en local de la C.N.T. y en casino.

Al finalizar la guerra las hermanas volvieron a Torrent y reconstruyeron el viejo edificio, que había quedado muy dañado por la guerra, contando con los donativos de muchas familias. También se reabrió el colegio de la calle de Marco, que funcionó hasta 1942 cuando fue alquilado para el ayuntamiento porque las hermanas no lo podían mantener, siendo vendido años más tarde. En el colegio de la calle de la ermita volvieron a desarrollarse los mismos actos cultuales que se venían haciendo como los jueves eucarísticos, y los otros ya reseñados anteriormente.

En el año 1929 se instalaron las religiosas en el llamado asilo de Santa Elena, fundado por Elena Tamarit. Este sería atendido por las hermanas Terciarias Franciscanas, como ha continuado hasta la actualidad.

1.3.2- Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores

El venerable Luis Amigó Ferrer fundaba en la cartuja de El Puig (Valencia) la congregación de Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores el 12 de abril de 1889.

Anteriormente el padre fundador había visitado en algunas ocasiones la localidad de Torrent, una de ellas con motivo de una misión popular dada por los francicanos en 1883.

Los torrentinos, por la notable estima que tenían al padre José María de Sedaví, que había sido vicario de la parroquia antes de ingresar como religioso, le ofrecieron el edificio del antiguo convento alcantarino, que era de propiedad municipal tras la desamortización de Mendizábal. La cartuja de El Puig se encontraba en unas malas condiciones de habitabilidad, motivo que llevó al padre Luis a acceder a este ofrecimeinto. El 31 de octubre de 1889 los terciarios capuchinos hicieron su entrada procesional en la villa. Al llegar al convento, el padre Luis pronunciaba estas palabras desde el pulpito de la iglesia:

"no venimos a por vuestro oro ni vuestra plata: somos pobres y lo seremos siempre; venimos a por algo que vale más que todo esto; venimos a por vuestras almas".

Desde ese momento la congregación, en actititud de servicio y agradecimento, realizaría una importante labor en la localidad desde los distintos campos de apostolado, siendo la enseñanza el único que ha perdurado

hasta nuestros días.

Una de las tareas de la primitiva comunidad era el educar cristianamente a los niños huérfanos de la población. El edificio del viejo convento alcantarino servía de hospital y casa de beneficencia. El padre Luis, sensible a las necesidades de los más desheredados, se preocupó desde un primer momento de que sus religiosos ofrecieran a aquellos niños huérfanos de la sociedad torrentina una cristiana educación integral que los preparara adecuadamente para que pudieran desenvolverse con dignidad en el futuro. Por el tiempo, cuando fueron menguando los huérfanos, esta escuelita se fue abriendo a otros niños. El 6 de febrero de 1893 se conseguiría la autorización para impartir clases de primera enseñanza. En el año 1915 existían tres maestros religiosos que atendían a unos sesenta alumnos matriculados entre los 7 y 12 años. Y en el año 1918, de la mano del nuevo superior Juan de Ayelo, el colegio comenzó a tener cierta importancia al obtenerse autorización para impartir los primeros cursos de bachillerato.

Otra de las tareas desarrollada por la congregación durante los primeros años de su estancia en Torrent fue el acoger y cuidar caritativamente a los ancianos y enfermos. El hospital que funcionaba en el edificio antes de la llegada de los franciscanos a Torrent, continuó hasta el año 1936. Junto al hospital se instaló con el tiempo una hospedería y un comedor de pobres donde se atendía diariamente a los más necesitados, particularmente a los de la barriada del Poble Nou.

Al ser Torrent cabeza de partido, disponía de una cárcel instalada en un torreón ubicado en la plaza Mayor. El padre Luis mandó que fueran todos los días dos o mas religiosos, y que instruyeran prácticamente a los presos en el modo de trabajar, les consolaran, e incluso atendieran en lo posible sus necesidades.

No por ello había que dejar de lado la labor doctrinal, basada en la catequesis y en la orientación cristiana hacia los jóvenes. El padre Rafael reunió un grupo de pequeños y mayores, con lo que se instituyo la pia unión de San Antonio de Padua, como filial de la erigida en Italia. Esta obra ha marcado la vida de muchas generaciones de torrentinos vinculados a la misma.

Durante la guerra civil de 1936 los religiosos que no pudieron esconderse, fueron fusilados. El convento, tras ser incendiado, fue demolido por completo. Finalizada la guerra, y en medio de muchas dificultades, regresó a Torrent el padre Prucencio María de Palmera, quien emprendió la reconstrucción del convento ayudado por todo el pueblo, e hizo que la labor de los religiosos volviera a desarrollarse con toda normalidad. En el año 1968 capilla del convento fue designada como templo de la nueva parroquia de Nuestra Señora de Monte-Sión.

1.3.3- Salesianas hijas de María Auxiliadora

Este instituto religioso fue fundado en Mornese (Italia) por San Juan Bosco el 5 de agosto de 1872, y aprobado canónicamente por san Pío X el 7 de septiembre de 1911. Las hijas de María Auxiliadora se instalaron por primera vez en España en 1887, en una casa de Barcelona.

La fines de este instituto religioso son la preservación y la asistencia social, a través del oratorio festivo para la enseñanza del catecismo, y otras variadas formas de pastoral juvenil (asociaciones de María Auxiliadora, de exalumnas, de cooperadores, de padres de familia, de tiempo libre, centros juveniles); la instrucción, desde los jardines de infancia hasta las escuelas de enseñanza primaria y media, y las misiones.

Las hijas de María Auxiliadora ocuparon el edificio de la Dominical, construido por la parroquia de la Asunción, el 19 de septiembre de 1919, con la finalidad de hacerse cargo de la evangelización de la barriada donde se hallaba ubicado. Las hermanas, además de enseñar la catequesis dominical, impartían la enseñanza primaria, y por las tardes daban clases de punto y confección. Y por las noches abrieron escuela nocturna para la instrucción básica de aquellas obreras que no podían asistir durante el día por tener que trabajar.

Los domingos se impartía la catequesis con el método de oratorio festivo característico de la congregación salesiana. Ese día las alumnas realizaban una pequeña obra de teatro sobre cualquier temática, aunque había representaciones relacionadas con temas religiosos coincidiendo con algunas festividades señaladas como la Purísima, la navidad, o la fiesta de San Juan Bosco.

Durante los primeros años las hermanas pasaron muchas estrecheces económicas, pues las alumnas sólo pagaban entre 1,50 y dos pesetas al mes, pero nunca les faltó la caridad de los torrentinos, que les llevaban arroz, aceite, leña, y otros alimentos.

Durante la guerra civil de 1936 las monjas se repartieron por las casas particulares. A de ellas les sorprendió la guerra en Barcelona, y al intentar el regreso a Torrent fueron detenidas en Valencia y encarceladas. En la prisión fueron visitadas por numerosas personas de la barriada que les traían comida. Cuando las sacaron de la cárcel, una familia de Torrent se trasladó con ellas a una casa que tenían en Bonrepós para que la presencia de las hermanas pasara desapercibida y de esta forma impedir que fueran de nuevo molestadas. El capellán de las salesianas, que en ese momento era don Rafael Esteve, fue fusilado.

Acabada la guerra, volvieron de nuevo las religiosas a ocupar el edificio. Pero en tiempo de guerra, al haber sido incautado, había sufrido considerables daños, por lo que las condiciones de habitabilidad eran pésimas, y para acondicionarlo había que acometer obras muy costosas. Pero las religiosas comprendieron las dificultades económicas que atravesaba una población recien salida de una guerra, y que además se encontraba ante la urgencia de acometer la reconstrucción del templo parroquial, y del convento de franciscanos que había sido totalmente demolido. Por ello decidieron que lo mejor era dejar la casa durante algunos años. Posteriormente llegaron a hecerse cargo del edificio un grupo de religiosas Obreras de la Cruz, quienes se ausentaron al poco tiempo por las mismas razones que lo habían hecho las salesianas.

Pero en el curso 1953-54 las salesianas se instalaron definitivamente en Torrent, y reconstruyeron parte el antiguo edificio. Posteriormente este fue demolido en dos fases para levantar unas modernas escuelas. Previamente la Parroquia de la Asunción les cedió la propiedad de la finca mientras estas la ocuparan, reviertiendo en la parroquia el solar y las obras realizadas en el caso de que esta congregación abandonara el edificio.

El fruto de la labor de las hermanas salesianas en Torrent es el arraigo de la devoción a María Auxiliadora.

1.3.4- Religiosas Trinitarias Descalzas

El 6 de enero de 1881 se fundaba en Valencia el Instituto de Hermanas Trinitarias Descalzas, que tenía como finalidad específica la educación de las niñas y la asistencia a los enfermos. Esta nueva orden obtuvo la aprobación pontificia el 17 de agosto de 1909.

En el testamento otorgado por Fernando Mª Pastor y Marqués el 20 de julio de 1909 ante el notario de Valencia José Calvo Dasí, fundaba una institución benéfica de carácter particular denominada Colegio de san José y santa Ana - Fundación Garelly-Pastor. A esta institución incorporaba una casa sita en la plaza del Arrabal, y proveía que la institución fuera regentada por las religiosas trinitarias terciarias. El objetivo de esta fundación sería la enseñanza primaria para niños de ambos sexos, párvulos, y paseantas, totalmente gratuita para los pobres.

Tras una serie de dificultades previas, la comunidad se instalaba en Torrent en el mes de septiembre de 1933, siendo recibida por los albaceas don Manuel, don Eladio España, y don Juan Valier. La comunidad quedó integrada por la madre Julia de la Virgen del Remedio, sor Encarnación del Niño Jesús, sor Eulalia de la Santísima Trinidad, sor Regina de san Miguel de los Santos, y sor Mª Teresa de la Santísima Trinidad. Las obras necesarias para acondicionar la casa, la capilla, y las demás dependencias destinadas a la enseñanza corrieron a cargo de la testamentaría.

La comunidad tenía misa todos los días en la capilla del colegio, pues sus fundadores instituyeron una capellanía. Como recuerda una hermana, "se solemnizaba mucho el día de la Santísima Trinidad, celebrándose en la referida capilla misa mayor por la mañana y trisagio con sermón por la tarde, cantado todo por un coro de niñas del colegio. Tenían hora santa todos los jueves por la tarde, y los domingos dominical".

En vísperas de la guerra civil de 1936, ante el peligro que corrían las religiosas, dejaron el convento y se refugiaron en casa de José Chuliá Piles, hermano de la madre Consejo, hasta que les fue posible reintegrarse a sus familias.

Finalizada la guerra, la madre Julia se hizo cargo de nuevo de la casa, ayudada por los familares de la madre Consejo y de otras personas simpatizantes de la comunidad. Esta, además de la madre Julia, estuvo formada por sor Margarita, sor Encarnación del Niño Jesús, sor Salvadora, y sor Justa de Santa Faz. El colegio volvió a reanudar las actividades anteriores de enseñanza primaria y de párvulos, dejando la de las llamadas paseantas. Como comenta la hermana en la crónica "este curso 1939-40 fue un poco duro de pasar por la escasez de alimentos. Teníamos, con harta frecuencia, que despojarnos del santo hábito y ponernos los vestidos de señorita para salir a buscar lo necesario". Dada la escasez de clero regular a causa de las matanzas de la guerra, las hermanas dejaron de tener capellán, viéndose obligadas a acudir a las misas celebradas en la parroquia de la Asunción.

 

Inicio

Indice