Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Área de Matrimonio y Familia: Novios,   Reuniones Bloque I

 

 

IV.- LA BUENA NUEVA DEL AMOR PARA LOS NOVIOS: EL AMOR CONYUGAL

 

 

            Nunca terminaremos de reflexionar sobre el amor. Hacerlo nos ayuda a enriquecer cada día su vivencia. El amor es un largo caminar. Un océano que no terminaremos de descubrir. Un misterio que está en la raíz de nuestro ser, que hace apasionante nuestro existir.

            Veamos, en primer lugar, las distintas concepciones del amor que tantos viven y nos ofrecen, y, quizá, nosotros mismos a veces vivimos:

           

· Como utilización del otro (amarse a sí mismo).

· Como satisfacción sexual (satisfacerse)

· Como refugio afectivo, consuelo y sostén sentimental (amor infantil, egocéntrico)

· “Amor libre” o libertad de hacer los que se quiera sin frenos morales ni límites externos, más o menos impuestos (amor adolescente, querer probarlo todo...)

 

            Sin embargo, en nuestra experiencia, cuando queremos expresar nuestro amor a alguien decimos “te quiero”, es decir, quiero que seas como tú eres, que no dejes de ser lo que tú eres, que quieras como quieres ser... Por ello, a las personas que amamos las “vivimos” como buenas, amables, agradables, capaces de llegar a todo lo que quieren ser...

            Más aún, amar es querer lo mejor para el otro; que le vaya bien, que tenga suerte, que alcance lo que pretende, que realice sus ideales... Por ello, el amor crea optimismo, ansia de superación, apertura a los demás...

            El amor no es algo tan sencillo como muchos creen. Muchos aguardan pasivamente a que llegue porque creen que el amor es algo que acontece sin tener que poner nada de su parte. Es un error fatal aguardar a que llegue así el amor, como una especie de príncipe azul.

            Para entender el amor conyugal, deberíamos sumergirnos en esa asombrosa escuela de amor que es la vida comunitaria de nuestro Dios, a la escucha de su palpitar. Deberíamos, por otra parte, saborear ese impulso irresistible que le hace amarnos a cada uno de nosotros, y que está en la fuente de nuestra vida.

            Y así, desde esta luz, podríamos decir que amor conyugal es:

 

· Aceptar al otro tal y como es.

 

            Supone vencer esa gran tentación, que está en todos, de querer hacer al otro a nuestra imagen y semejanza. Reducirlo a ser lo que “yo siempre había pensado que fuera mi novia” o lo que “yo siempre pensé que tendría que ser mi novio”.

            Aceptar al otro tal y como es, con sus grandezas y sus miserias, sus manías y genialidades, con sus limitaciones y humores, es amarlo.

            Aceptar al otro tal y como es no es hacer pasar por bueno lo que es menos bueno, ni resignarme a sus deficiencias. Es trabajar con el otro en superarlo. Es esforzarse por llegar juntos a conseguir una plenitud en la que cada uno es plenamente él mismo a partir de sus raíces.

            Aceptar al otro tal y como es, significa no decir “me lo sé de memoria”, “ya sé todo lo que me pueda decir”. Es creer en él y esperar de él. Es asumir la realidad cambiante del otro, impensada tantas veces. Es aceptar ese dinamismo interno que nos hace insospechados cada día.

 

· Darse.

 

Amar, sobre todo, significa darse sin reservas, sin interrupciones. Un don que tú haces de ti mismo al otro. Por ninguna razón que lo motive. De un modo gratuito. Simplemente lo amas.

            No nos cuesta ser generosos dando cosas: regalos sofisticados, obsequios deslumbrantes. Nos cuesta darnos. Pero es el gran reclamo del amor: “No quiero tus cosas, te quiero a ti: todo tú, solo tú”. “Mi padre, decía aquel muchacho, daría todo por mí, pero nunca tiene diez minutos para darme...”. Amar no es dar cosas. Es darte tú.

            Darse uno mismo es una actitud profunda en el ser que renuncia a vivir en función de sí, que abre sus puertas y es capaz de arriesgar intimidad, que está atento al otro y lo acoge. Que busca la felicidad del otro.

            Hay algunos signos que nos pueden ayudar a verificar este don:

 

-         La palabra. Observad que al enfadaros es lo primero que os negáis: dejáis de hablaros. Habéis cerrado las puertas y os replegáis en vosotros mismos. Sin embargo, cuando te dices y abres tu corazón en las pequeñas y en las grandes cosas, te das.

-         La respuesta. A esas peticiones verdaderas del otro. Si estás atento, las descubrirás, y si eres capaz de darte, las responderás en tu medida. Te estás dando.

 

El amor hace siempre referencia a la vida. El don es lo que hace vivir, lo que nos ayuda a

ser. Si nosotros somos, si existimos, es porque nuestro Dios es, antes que nada, el que se da. Él es el amor.

            Y entre nosotros es lo mismo. Vosotros sois, existís, en la medida en que cada uno hace don de sí al otro. Tu don es lo que le hace ser al otro, y cuando le niegas tu don, le estás negando el ser al otro.

 

· Acogerse.

 

           Si el amor es darse, amar es también acoger el don del otro. El don que yo hago de mí mismo, tú lo acoges en tu ser. Sin prejuicios, sin sospechas, vacío de ti mismo.

            Acoger ¿qué? La respuesta es simple: la persona del otro, en cada momento de su vida. Es el simple hecho de cogerse de la mano, de mirarse en los ojos para descubrir el yo débil del otro que suplica.

            Porque oculta un misterio tan grande, se oculta en cosas pequeñas. Es el valorar lo que dice, lo que hace, sentir orgullo de tenerlo al lado, es el desear su presencia. Es la aceptación de sus opiniones, por pequeñas que sean, siendo discretos al enmendar, sin negarlas por sistema, en especial ante los demás. Y la aceptación de sus narraciones, sin corregirlas continuamente.

            Es la aceptación de su realidad corporal, con sus procesos y dolencias, con sus deficiencias.

            Hay un pequeño signo que expresa el acogerse. Es cuando, después del trabajo, os encontráis. En esos momentos, aunque sea un instante, ¿sois de verdad el uno para el otro? O primero es lo tuyo, tus desahogos, tus necesidades, tus agresividades...

            Cada uno podría escuchar como dichas por el otro las palabras del Señor: “Mira que estoy a tu puerta y llamo. Ábreme y cenaré contigo, y tú cenarás conmigo” (Ap 3,20)

 

· Gratitud.

 

            Gratitud por todo lo que has significado para mí. Gratitud porque me has amado tanto. Gratitud por todo lo que has llegado a despertar en mí; porque, sin duda, sin ti mi vida habría sido otra; sin ti no hubiera llegado a la plenitud que alcancé. Gratitud, en fin, por la dicha de haber sido el recipiente de tu don.

            Aunque, de hecho, muchas veces actuáis por gratitud, pocas veces os la expresáis. Pocas veces os detenéis a pensar en todo lo que el otro ha sido capaz de hacer por ti, en todo lo que ha sido capaz de renunciar, en los esfuerzos, en los sacrificios, en las superaciones, en esas cosas que han contribuido a tu dicha, te han llevado a plenitud. Y si pocas veces las pensáis, menos las decís. ¿Por qué no intentarlo alguna vez?

 

· Comunión.

 

            La comunión es la forma más alta de unidad que puede darse entre nosotros. La comunión resulta de que en Jesús somos uno. O como decían otros: “Yo soy tú y tú eres yo”.

            De todos modos, la comunión brota de ese flujo del darse y del ser acogido, que provoca un nuevo don. Mutuamente, porque no hay comunión si el movimiento no es recíproco.

            La comunión, de hecho, es el gran don que la pareja puede ofrecer. Más que del café, o de la cena, o de vuestro trabajo, o de vuestra generosidad en compartir, vuestros amigos tienen necesidad de sentir el calor de vuestro amor.

 

            Todo esto os puede parecer lejana teoría. Se trata de ser conscientes de estas cosas que son sublimes, es verdad, pero que si las pedimos, las buscamos y las cuidamos, resulta que llega un día en que son verdad en nosotros.

 

PARA LA REFLEXION Y EL DIALOGO DE LA PAREJA

 

1.         ¿En qué actitudes y detalles cada uno ve que el otro es realmente un don para él?

 

2.         ¿En qué cosas os sentís cada uno bien acogido?

 

3.         ¿Sois cada uno consciente de lo que le ayuda a ser al otro? ¿Por qué no lo concretáis entre los dos?

 

4.         ¿Creéis que los demás son conscientes de que os queréis?

 

 

PARA COMENTAR EN LA REUNIÓN

 

1.         Entre las cosas que más os hayan recordado vuestra relación, estresacad algunas para comentar en la reunión.

 

2.         De los cinco puntos en que hemos tratado de abarcar el amor conyugal: ¿Cuál os parece el más importante? ¿En cuál se falla más? ¿Qué otros aspectos podríamos añadir?

 

3.         Además, podéis compartir lo que os apetezca de las reflexiones que hayáis hecho en pareja.

 

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