Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Área de Matrimonio y Familia: Novios,   Reuniones Bloque II

 

EL CANTAR DE LOS CANTARES

 

 

        A lo largo de los siglos, variadas fueron las interpretaciones sugeridas para la lectura de este libro bíblico. Para captar mejor el mensaje profundo, es necesario repasar algunas.

         Tuvieron notable suceso por mucho tiempo las que podríamos llamar " interpretaciones metafóricas ", que denotaban un (consciente o inconsciente) " temor " por la carga erótica de la obra: su línea interpretativa despojaba los símbolos y los temas del Cantar referencia concreta, para transformarlo en una continua metáfora que lo relacionara con valores puramente espirituales.

         A esta línea pertenecen muchos comentarios de los Padres de la Iglesia, y también algunos textos de la tradición judía, que interpretaban el relato de la vida de pareja como una parábola descriptiva del amor entre Dios e Israel. Otra serie más reciente de estudios tiende, en cambio, a transformar el Cantar en una parábola religiosa y espiritual, considerándolo una partitura litúrgica para un rito oriental de la fertilidad.

         En otra vertiente encontramos un modo de leer " literalmente " el Cantar; el tema directo del poema bíblico es el amoroso, hilvanado en el diálogo gozoso de dos enamorados. Entre las  varias propuestas que se nutren de este modelo interpretativo recordamos la más reciente, que describe la obra como una colección de cánticos nupciales, quizás un "ritual" nupcial completo, en uso en el antiguo Israel; esto se apoya también en la tradición oriental, muy rica en esta materia.

        Actualmente pensamos que se pueda definir a este libro como " poesía de amor ". Poesía y canto de un amor humano, que sin embargo no cede a exageraciones sexuales o "sacrales"; poesía que canta al valor del amor nupcial y deja intuir que éste esconde un "signo": el amor genuino es símbolo de Dios que es amor.

       Pensamos que la clave de lectura más apta para acercar el Cántico a nuestra experiencia sea justamente la que retoma el contenido erótico, lo interpreta como el canto de los senti-

mientos y las pasiones, el himno a la fidelidad y la fortaleza en el amor, dejando vibrar el corazón que así podrá descubrir, en todas estas tensiones profundamente humanas, la amorosa presencia del Creador.       

 

 

 

Motivos humanos y religiosos en el Cántico

       

       Por más que resulte difícil dar al Cantar una interpretación unívoca, una lectura atenta y completa (a la que por esto invitamos a toda pareja) permitirá sin embargo descubrir algunos

temas recurrentes, ayudas preciosas para la reflexión.

 

          a)  " Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado "  (Cant. 2, 16).

 

       El amor entre un hombre y una mujer es un hecho natural que se repite en todo tiempo y lugar. El Cantar expresa en forma poética la simplicidad y el calor de este amor, la pasión con la que dos jóvenes se buscan, los sentimientos que los traspasan: el sufrimiento por la lejanía, el deseo del retorno, la alegría del encuentro, la dulzura de las palabras, la ebriedad de las caricias y los besos.

       En una primera lectura el contenido del Cantar aparece, entonces, como el canto del amor humano visto en toda la gama de sus manifestaciones. Sin embargo, como subraya el  libro sagrado, el gran valor del amor de pareja es ser una maravilla de Dios, frente al cual no es necesario sentirse atemorizados o desconfiados, sino agradecidos y plenos de asombro ante " algo que es muy bueno "  (Gn. 1, 31).

 

          b) "¡Que me bese ardientemente con su boca!

              Porque tus amores son más deliciosos que el vino;

              sí, el aroma de tus perfumes es exquisito,

              tu nombre es un perfume que se derrama:

              por eso las jóvenes se enamoran de ti.

              Llévame contigo: ¡corramos!

              El rey me introdujo en sus habitaciones:

              ¡gocemos y alegrémonos contigo,

              celebremos tus amores más que el vino!

              ¡Cuánta razón tienen para amarte!"

                                                          (Cant. 1, 2-4)

 

       Ciertamente se debe destacar la sobriedad con que, aún en un contexto de deseo y de pasión, se hace la descripción del amor de la pareja. También en esto reside la gran originalidad del Cántico, su singularidad frente a la literatura análoga de este tiempo. Sin duda los dos protagonistas se aman con un amor real, humano, apasionado y tierno. Pero este amor tan equilibrado es celebrado en su forma más completa sin caer en la ansiedad ni el prejuicio. Por medio del amor todo creyente puede reconciliarse con su propia dimensión corpórea, reconociendo en Dios el principio y la fuente de todo amor auténticamente vivido.

 

          c)  "¡ Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado!"

               (Cant. 6, 3).

 

       La figura de la mujer es exaltada en el Cantar de los Cantares, con una dignidad igual, e incluso superior a la del hombre. Estamos muy lejos, por lo tanto, de aquel rol secundario y casi irrelevante en el que la cultura dominante del tiempo la había relegado.

       A la mujer se le atribuyen gran parte de los monólogos del Cantar; en ellos la protagonista, además de describirse a sí misma y celebrar la persona del amado, sostiene y defiende de modo inesperadamente decidido la propia dignidad de persona y el propio derecho a amar.

       En el capítulo 8, donde el Cantar alcanza la cima de su intensidad expresiva, la mujer es invocada, además, como un "sello o tatuaje" para grabar para siempre sobre el corazón: la presencia de la persona amada aparece como el bien más precioso e irrepetible que el compañero/a  puede llegar a tener. "Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado": en este concepto, que con leves matices es variadamente modulado en el poema, está contenida la idea de aquella recíproca donación que expresa, al mismo tiempo, la igualdad de los dos en la pareja y el ideal de perfección del amor.

 

          d) "De madrugada iremos a las viñas,

              veremos si brotan las cepas,

              si se abren las flores,

              si florecen las granadas...

              Allí te entregaré mi amor".  

                                    (Cant. 7, 13).

 

       La naturaleza no aparece en el Cantar como simple espectadora, sino que constituye parte integrante del camino del amor. En el curso del relato se desgranan descripciones -a veces refinadas y sugestivas- de la vida animal o vegetal, incluso de la atmósfera que envuelve las distintas horas del día, desde las yemas que brotan al alba hasta las misteriosas fugas nocturnas por la ciudad. Todo esto ciertamente no es casual, sino una invitación, velada y repetida a vivir y amar en unión con la naturaleza, que utiliza todas sus fuerzas en el momento oportuno para ayudar al hombre a inserirse en el plan del amor.

 

          e) "Me levantaré y recorreré la ciudad;

              por las calles y las plazas,

              buscaré al amado de mi alma   (Cant. 3, 2).

 

       En el poema se destacan dos aspectos que pueden estar presentes también en la experiencia del noviazgo: la búsqueda y la separación. La búsqueda del amado por parte de la amada es descrita en tres ocasiones que evidencian la gran decisión que anima a la mujer, aún en situaciones difíciles, complicadas y fatigosas. En 1, 5-8 vemos la búsqueda en el desierto bajo el sol del mediodía, mientras en 3, 1-5 y 5, 2-9 se describe la búsqueda en la ciudad nocturna: el tema fundamental es el de la ausencia-presencia, del buscar-encontrar, sinónimo de la transitoriedad típica del tiempo del noviazgo. Tiempo en que es tan importante vivir con intensidad los momentos que se pasan juntos, más bien que obstinarse en buscar obsesivamente momentos en común que quizás luego quedan vacíos.

 

          f) "Sus flechas son dardos de fuego,

             como llama divina"  (Cant. 8, 6).

 

       Solo una vez se cita en el Cantar de los Cantares el nombre de Yavé. Se trata de una expresión idiomática (la "llama divina" tiene el significado de "gran fuego", "relámpago") pero puede ser leída también como palabra que significa Yavé como fuente del amor.

       Justamente en la gratitud a Dios, que no es nombrado directamente en ningún otro lugar del poema, pero que está siempre veladamente presente en las palabras de los protagonistas, la "divinidad" del amor encuentra su máxima celebración.

       El amor, por su naturaleza, es vida. Sólo la "no-vida" por excelencia, esto es la muerte, se le puede oponer: "Porque el amor es fuerte como la muerte" (8, 6). Pero también en esta lucha suprema será el amor el que tendrá la victoria. Si el amor es vida, puede ser partícipe de la fuerza misma de Dios, el "viviente" por excelencia. El mensaje se nos muestra tan profundo, que debería hacer nacer en todos el deseo de amar con la misma apasionada ternura con la que se aman los dos protagonistas del Cantar de los Cantares.

 

 

 

 

PARA LA REFLEXION Y LA DISCUSION

 

 

 

        - El:  "Como un lirio entre los cardos

               así es mi amada entre las jóvenes".

        - Ella: "Como un manzano entre los árboles silvestres

               así es mi amado entre los jóvenes" (Cant. 2, 2-3).

       En ambos versículos es evidente la neta contraposición entre el amado (la amada) y el resto, que resulta ser bien poca cosa, incluso algo feo. ¿Somos capaces de captar en el otro/a toda su singularidad? ¿Somos capaces de verlo tan "distinto" de los demás?

 

        - " Júrenme, hijas de Jerusalén,

          que si encuentran a mi amado,

          le dirán... ¿qué le dirán?

          Que estoy enferma de amor "  (Cant. 5, 8).

       ¿Somos capaces de superar los condicionamientos y hacer ver a los demás cuánto nos queremos?

       ¿Estamos realmente convencidos de que el noviazgo es tiempo de transitoriedad? ¿Sabemos dar lugar a la búsqueda no como fin en sí misma, sino como tensión hacia el crecimiento recíproco?

        - " Porque el amor es fuerte como la muerte "    (Cant. 8, 6).

       ¿En qué medida hemos captado la fuerza de nuestro amor?

       ¿Qué relación establecemos entre nuestro amor y Dios?

       ¿Es realmente Dios el manantial de nuestro amor, el que alimenta su llama cada día?

       ¿Podemos afirmar verdaderamente que nuestro amor es tan fuerte como para vencer a la muerte?

 

        - " Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado "    (Cant. 6, 3).

 

       ¿Nos resulta fácil sentirnos siempre "en el mismo nivel", es decir, iguales en dignidad?

 

 

 

 

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