Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Pastoral de Inmigrantes 2002-03: Entrevista a Conchín Palop

 

 

 

ENTREVISTA

a CONCHÍN PALOP

Miembro de la Pastoral de Inmigrantes

 

Siendo viuda. ¿Cómo puedes compaginar atender a inmigrantes con tu trabajo y tu familia? ¿No es demasiada carga?

Compaginar trabajo, familia con la actividad parroquial siempre formó parte de nuestro estilo de vida. Al fallecer mi marido, José Vicente, fue un poco más difícil, pero encontré total apoyo en el resto de mi familia y amigos para seguir llevándolas a cabo.

Las responsabilidades que asumimos siempre son una nueva carga, pero las aceptamos porque tenemos la confianza de poder llevarlas a término. Es cierto que, en ocasiones, parece que nos falta tiempo para alcanzar a todo, pero esto nos sucede a la mayoría. Además, todo es cuestión de prioridades. Y desde luego colaborar en mi comunidad es una actitud que siento que debo desarrollar y transmitir a mis hijos.

 

¿Por qué decidiste entrar en la Pastoral de Inmigrantes?

Siempre he estado pendiente de la Pastoral de Inmigrantes a través de mi equipo de ENS-3, ya que algunos de sus miembros participaban en él. Aunque como equipo compartíamos esa inquietud, yo seguía trabajando en otras áreas.

Hace dos años, cuando empezaban a llegar las grandes avalanchas de inmigrantes a Torrent, Don Miguel me pidió colaborar con el grupo de acogida porque estaban desbordados. Acepté con un poco de miedo ante lo desconocido, pero consideré que era el momento de dar un paso más, dejar lo de siempre para colaborar en un área en la que no me sentía muy preparada. Fue una respuesta a una necesidad de la Comunidad y, a la vez, un reto personal.

 

Del trabajo que realizas en Inmigrantes. ¿Qué beneficios sacas para tu vida?

Ninguno en concreto, pero sí la vivencia del Amor del Señor y, por tanto, el del agradecimiento. Mi trabajo en Inmigrantes me permite descubrir un escalón más del proyecto de vida que el Señor tiene para mí y que espera que yo acepte desarrollar. Él me guía y yo me dejo llevar consciente y responsablemente.

Ser transmisor ante personas marginadas de una actitud de acogida y esperanza, sin duda, me hace crecer como persona y ser más acogedora en cualquier momento y ante cualquier persona. Ayuda a minimizar los problemas personales y a ser más receptiva hacia los demás.

 

¿Qué crees que es lo más difícil de todo lo que haces en inmigrantes?

Es bastante duro conversar con personas que viven innumerables dificultades, sin necesidades básicas cubiertas y que yo sí tengo cubiertas... te hace sentir vergüenza y algo de impotencia. Es muy difícil cuando ves a niños que sabes que son automáticamente marginados y que este hecho va a marcar irremediablemente su desarrollo personal para toda su vida, incluso aunque logren salir de la marginación.

Sin embargo, aún es más complicado sensibilizar a la Comunidad de que la sociedad evoluciona y que, en la era de la comunicación, no podemos cerrar los ojos a los cambios sociales y a la interculturalidad. Esta es la realidad a la que nos debemos ir adaptando.

 

¿Cómo se ha tomado tu familia, especialmente tus hijos, esta labor que desempeñas en la Parroquia?

En la familia siempre hemos estado vinculados a alguna actividad parroquial, por lo que admiten mi tarea con naturalidad, al igual que cuando salgo por motivos de trabajo u otras actividades. Es más, dan por sentado que hay que colaborar con la Parroquia y por su edad, ya entienden la actitud de ayuda y servicio.

Intento compartir con mis hijos las experiencias ya que preguntan sobre acciones concretas. En ocasiones puede fastidiarles que no esté en casa, pero lo comprenden. Pretendo transmitirles que su aceptación a mi labor es su forma de colaborar con la pastoral de Inmigrantes.

 

Desde que estás en Inmigrantes. ¿Qué ha cambiado en tu vida?

Ningún cambio fundamental. Ojalá pudiera decir que me siento mejor, más solidaria o servicial, pero no.

En ocasiones, me pesa la responsabilidad tomada, la inseguridad de no saber si sirve para algo... sólo, cuando me pongo ante el Señor, sé que estar con los inmigrantes es un talento que Él me ha dado y que debo fructificarlo. Cuando la realidad es tan cercana, no puedo dejar de verla. Darle unas horas semanales de mi tiempo es mi pequeña aportación.

 

¿Qué destacarías de los inmigrantes con los que tratas?

La soledad. La mayoría de los que acude a Acogida muestran una gran necesidad de sentirse escuchados, de compartir con otros su vida y de luchar contra el sentimiento de desarraigo que sienten por vivir en un país y una sociedad diferentes.

Siempre he admirado a las personas capaces de dar cambios radicales a sus vidas. Todos son gente valiente que en situaciones de desesperanza han abandonado su entorno conocido para buscar algo mejor. Ahora admiro a los que luchan diariamente para sobrevivir en situaciones adversas de un sistema que no les presta ningún apoyo. Y lo hacen con entereza.

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