Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Area de Jóvenes: Los jóvenes en nuestra parroquia

 

 

LA JUVENTUD DE NUESTRA PARROQUIA, HOY

 

2.1. Nuestros jóvenes, hoy

Sin querer entrar en estereotipos gratuitos, podemos fácilmente realizar un retrato de un joven de nuestra parroquia. Se situaría entre el altruista-comprometido (la mayoría) y el institucionalista-ilustrado (algún caso). En definitiva, podemos decir que en la mayoría de casos habrá estudiado la educación secundaria obligatoria (ESO) y el Bachiller (o bien, la EGB y el BUP). Fácilmente habrá accedido a la universidad donde cursará una carrera que le llevará de 3 a 6 ó 7 años. Si no lo ha hecho ni se ha decantado por otro tipo de estudios, conseguirá un empleo. En cualquiera de los dos casos, con frecuencia, tendrá coche, propio o compartido con un familiar. En el caso de que esté estudiando, el mantenimiento de sus pertenencias, su manutención y sus gastos personales los sufragarán sus padres, salvo los pequeños ingresos que pueda tener en empleos ocasionales. Si no ha continuado estudiando y trabaja y ha encontrado pareja será más fácil que se case antes que el estudiante, a los 25-26 años, mientras que al universitario le costará uno o dos años conseguir un empleo que le dé cierta seguridad para poder emprender algún proyecto de futuro –vivienda propia, matrimonio, etc.

Todos estos datos arrojan una conclusión: la juventud, ese período de tiempo que se consideraba que venía a acabarse a los 20-22 años, cuando se adquiría un empleo y se disponía de una cierta independencia para poder formar una familia, se ha retrasado casi diez años. Es frecuente escuchar a los padres de hoy «yo a tu edad ya...» -añadan ustedes el final que quieran, seguro que lo han escuchado. No es de extrañar que los jóvenes salgan de casa a los treinta años. Se ha prolongado el período de la adolescencia y con él la madurez. Los padres, por otra parte, pecan con frecuencia de proteccionistas y consentidores y en muchas ocasiones se convierten, sin quererlo, en cómplices -y víctimas- de los abusos de sus hijos.

 

2.2. Luces de la juventud de hoy

·         El  haber sido educados es una sociedad democrática -ellos no han llegado a vivir el anterior régimen- les da un talante democrático y solidario del que muchas veces sus padres carecen. Se apuntan a las grandes campañas de Greenpeace o de Amnistía Internacional, se suman a las manifestaciones de Gesto por la Paz o piden el 0’7 para proyectos del Tercer Mundo. Son sensibles a las ONG y a los problemas sociales lejanos. La paradoja reside luego en su poca capacidad de comprometerse con algo concreto.

·         Están más formados que las anteriores generaciones. La mayoría ha acabado los estudios secundarios y muchos de ellos han hecho estudios superiores. Tienen más acceso a la educación y más recursos en materia de sanidad, sexualidad, educación, etc.

·         Los jóvenes católicos comprometidos tienen un alto grado de «heroísmo». Muchas veces soportan críticas en sus ambientes por su compromiso cristiano, que no suele estar «bien visto» por sus compañeros. El hecho de que sean ellos la excepción que confirma la regla da un mayor valor si cabe a su compromiso.

           

2.3. Sombras de la juventud

·         En una sociedad tan mediatizada como la nuestra, la realidad que perciben los jóvenes es la que ven a través de televisión -ahora también internet-, realidad que muchas veces está sesgada. Eso les hace ser poco críticos e inmediatistas con su entorno, es decir, todo tiene que ser «ya», por lo que no suelen preguntarse el porqué de las cosas, simplemente las observan, las usan y las «tiran».

·         La sociedad ha puesto a su disposición pocos medios para formarse y encontrarse como personas, pero muchos para su diversión y ocio, no como expresión de nada, sino por él mismo, de manera que la fiesta no nace de dentro a fuera sino que debe ser impuesta desde fuera; el fin de semana se convierte en referente social de los jóvenes con todo lo que ello implica: un desorden de valores morales que provocan que se abuse del alcohol y del tabaco, el consumo de drogas, el uso del sexo como fuente de placer, etc.; y a más largo plazo, separación de la familia que deja de convertirse en el eje que articula su vida, que pasa a ser el grupo de iguales.

·         La falta de recursos económicos para poder independizarse influye directamente en que sean pasivos a la hora de construir sociedad. De ahí se deduce un alto grado de abstención política y de pasividad religiosa. La mayoría se considera católico, pero no practicante. Desconfían de las instituciones –estado, Iglesia, etc.- y de las personalidades –presidentes, alcaldes o el mismo Papa. Sus nuevos ídolos son músicos, deportistas de élite, artistas del cine, gente joven, guapa y que ha conseguido el éxito de manera rápida, fácil y con mucho dinero. El mimetismo hacia estas personas provoca enfermedades como la anorexia.

·         Esa falta de formación unido a la escasez de oportunidades favorece que haya un ambiente hostil que se traslada del hogar a la calle.

·         En muchas ocasiones confunden el sentido de la libertad con el tópico «yo hago lo que me da la gana».


 

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