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Area de Jóvenes: Juveniles, Semana
Santa 2002
VIERNES
SANTO
11’00 En la plaza de la
iglesia
11’20 Oración en el
Centro Madre de los Desamparados
14’00 Comida en el vedat
18’00 En la iglesia
celebración de la Muerte del Señor
ORACIÓN
ANTE LA CRUZ
-MONICIÓN:
Hoy Señor, aquí en la
capilla medio oscura la gran Cruz-tu Cruz- echada, Mientras espero la hora de
los Oficios, quiero charlar contigo, aunque se me hace difícil. Tres horas
en la cruz –nos cuentan los evangelios- es
mucho tiempo, muchísimo tiempo. “Baja de la cruz y creeremos...” “Baja de la
cruz..”.
No es fácil ser
consecuente hasta el final. Son muy pocos los que han conseguido tu ejemplo.
Si, Señor no es fácil vencer la tentación de ceder pensando que la opción más
fácil y práctica es la menos dolorosa. Un grano de trigo vivo es un grano, pero
un grano de trigo muerto es una espiga. –Son palabras tuyas-. Gracias por haber
aguantado hasta el final, por no haber bajado de la cruz.
Creemos que nos hemos acostumbrados a verte en
la cruz y no pensamos por qué estás crucificados. Hoy queremos pedirte por los
crucificados de este mundo, especialmente por los jóvenes que hoy sufren por las drogas, la incomunicación, la
marginación, la indiferencia la falta de ilusión, la pobreza espiritual y
material por cada uno de ellos y para que nos ayudes a ser grano de trigo que muere para
convertirse en espiga.
-CANTO
ORACIÓN
Postrado ante la Trono,
Señor,
vengo a agradecer tu
muestra de amor,
por la cual llegó la
salvación
para el mundo entero.
Gracias a Ti,
la Cruz es árbol de
vida,
de amor y de retorno al
Padre
que nos espera ansioso
para acogernos y darnos
un lugar en su regazo.
Así como Tú cargaste con
la Cruz,
Dame la necesaria,
para que yo acepte y
cargue con la mía,
y así aliviar tus
dolores
y unirme a Ti en la
muerte,
aguardando la gloria de
la resurrección
ORACIÓN ANTE LA CRUZ
Dinámica:
Iremos descubriendo la
cruz, que estará tapada con una sábana, en seis momentos distintos, que
expresan la problemática de los jóvenes de hoy y donde la juventud está siendo
crucificada.
1º POBREZA
Uno de cada cinco
habitantes del mundo vive con menos de un euro diario. Hay aproximadamente
200.000 niños y jóvenes involucrados en conflictos armados, 250 millones de millones de niños son
utilizados como mano de obra; un
1.200.000 mujeres, y jóvenes menores de 18 años; son obligados
anualmente a prostituirse.
No se trata de luchar
contra la pobreza, sino contra mi riqueza. Señor te pedimos que sepamos ver tu
rostro ante el hermano sólo y desamparado que mi opción por los pobres me
cuestione mi vida personal y que me ayudes estar disponible ante que se siente
explotado y deprimido.
TE LO PEDIMOS SEÑOR
2º PAZ
¿Tenemos derecho a tanta
violencia, tan cara en vida y en riqueza, cuando la paz cuesta tan poco y
prácticamente nos sale gratis?
¿Tenemos derecho a tener
cada vez más, cuando hay gente a la que se le niega el derecho a tener algo?
¿Tenemos derecho a no
perdonar, cuando nuestro Dios se ha hecho perdón hasta morir?
Señor te pedimos perdón
porque utilizamos la violencia física y verbal para conseguir lo que queremos,
por la indiferencia que mostramos en nuestros ambientes ante situaciones donde el más débil, el distinto, el
inmigrante es pisoteado.
TE PEDIMOS PERDÓN SEÑOR
3º INCOMUNICACIÓN
Vivimos en la era de la
comunicación, de internet , del correo electrónico, del móvil, de chatear en la
red. Pero somos incapaces de preguntarle a nuestros amigos de fin de semana
¿Cómo estás?...Somos incapaces de besar a nuestros padres cada día, de llorar
en público en los momentos críticos, de abrazar a nuestros amigos, de hablar de
mis sentimientos o mis preocupaciones con
mis amigos, sobretodo de hablar
de Dios todo por guardar las formas, por el miedo a mostrarnos tal y como
somos, por no dar síntomas de debilidad en una sociedad tan competitiva,
Señor Tú que nos has
comunicado con tus gestos, tus palabras tus silencios, tus lágrimas el amor de
Dios Padre te pedimos que nos inspires el gesto y la palabra oportuna en todo
momento y que seamos mensajeros de la Buena Noticia
TE LO PEDIMOS SEÑOR
CANTO
4º DROGAS
Son muchos los
jóvenes que vuelcan en el fin de semana
toda su vida, refugiándose en el alcohol y las drogas buscando falsas
sensaciones que nos alejen de una realidad que no aceptamos ni queremos
Señor Tú dijiste hace 2000 años:”Venid a mi los que estéis tristes y cansados”Señor te
pedimos perdón porque buscamos la falsa felicidad en cosas que nos alejan de Ti
y de nuestra realidad, sin confiar que Tú eres la verdadera felicidad.
TE PEDIMOS PERDÓN SEÑOR
5º INDIFERENCIA, FALTA
DE ILUSIÓN, CONSUMISMO
“Consumo luego
existo”. Puede ser el lema de muchos de
los jóvenes. Son muchos los que se enteran de la navidad porque la anuncia el
Corte Inglés, y que la semana santa es sólo un tiempo de vacaciones en el cual
puedo salir de mi vida vulgar. La falta de entusiasmo, de motivaciones de
ilusiones hacen que nuestra vida sea un dejarse llevar por la sociedad de
consumo, por la publicidad y por la moda.
Señor te pedimos que
nuestra vida no se parezca a la de un vegetal, que ve transcurrir su vida sin
que pueda intervenir en ella, te pedimos que nos des ilusión para trabajar por
tu reino, un reino de libertad, justicia y paz
TE LO PEDIMOS SEÑOR
6º MONICIÓN FINAL:
Sólo queda en la cruz en
nuestra mirada; presencia ensangrentada, tremendamente viva. Han quedado fuera
los lirismos: Cristo subido en la Cruz, ha atraído todas nuestras cosas. Aquí
sólo está Él, y Él ha lanzado ya el clamor del desamparo: -Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?-
Desnudo, vacío, absolutamente puro: Ese velo que cubre sus vergüenzas de hijo
de hombre, cubriendo el pudor nuestro más que el suyo. Cristo se ha puesto
cárdeno: carne amoratada, del color del madero, del color del polvo y del
pecado, del color del hombre. Está odioso; ya no es sino una mole asquerosa, un
gusano pisoteado, un escandaloso esquizofrénico, y un pecador maldito
Pero nosotros con
inconsciente sabiduría, le estamos cantando a este moribundo, vestido de
maldición. Se lo estamos cantando cuando Él ha perdido hasta su figura de
hombre, cuando choca con nuestros ojos y nuestra razón.
¿Quién puede enseñarnos
la sabiduría de mirar la Cruz con los ojos de Dios? Ahora que estás
desfigurado, en esta hora de fealdad y de impotencia, cuando tus mejore amigos
no pudieron menos que abandonarte –porque en verdad estabas desconocido-,
nosotros te hemos encontrado. Y como en la mañana del lago de Genesaret,
respondemos sin vacilar al mundo interrogante de tus labios muertos: “Tú eres
el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Tú tienes palabras de vida eterna”
CANTO
VIERNES SANTO
Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo según San Juan. Jn. 18,1 –19, 42
Dicho
esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde
había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. Pero también Judas, el
que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas
veces con sus discípulos. Judas, pues,
llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y
fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba
a suceder, se adelanta y les pregunta:
«¿A quién buscáis?» Le
contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Díceles: «Yo soy.» Judas, el que le
entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y
cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Le contestaron:
«A Jesús el Nazareno». Respondió Jesús:
«Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.»
Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a
ninguno.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al
siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja
derecha. El siervo se llamaba Malco.
Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado
el Padre, ¿no la voy a beber?» Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias
de los judíos prendieron a Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de
Anás, pues era suero de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año.
Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que
muriera un solo hombre por el pueblo. Seguían
a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo
Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se
quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido
del Sumo sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha
portera dice a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»
Dice él: «No lo soy.» Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas
porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos
calentándose. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su
doctrina. Jesús le respondió: «He hablado abiertamente ante todo el mundo; he
enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los
judíos, y no he hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los
que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho.» Apenas
dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús,
diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote?» Jesús
le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado
bien, ¿por qué me pegas?» Anás entonces le envió atado al Sumo Sacerdote
Caifás.
Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: «¿No
eres tú también de sus discípulos?» El lo negó diciendo: «No lo soy.» Uno de
los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado
la oreja, le dice: «¿No te vi yo en el huerto con él?» Pedró volvió a negar, y
al instante cantó un gallo.
De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de
madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así
comer la Pascua. Salió entonces
Pilato fuera donde ellos y dijo: «¿Qué acusación traéis contra este hombre?»
Ellos le respondieron: «Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos
entregado.» Pilato replicó: «Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley.»
Los judíos replicaron: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie.» Así se
cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir.
Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú
el Rey de los judíos?» Respondió
Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?» Pilato
respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han
entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este
mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no
fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.» Entonces Pilato le
dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he
venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi
voz.» Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?» Y, dicho esto, volvió a salir donde
los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él. Pero es costumbre
entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis, pues,
que os ponga en libertad al Rey de los judíos?» Ellos volvieron a gritar
diciendo: «¡A ése, no; a Barrabás!» Barrabás era un salteador. Pilato entonces
tomó a Jesús y mandó azotarle.
Los
soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le
vistieron un manto de púrpura; y, acercándose a él, le decían: «Salve, Rey de
los judíos.» Y le daban bofetadas. Volvió a salir Pilato y les dijo: «Mirad, os
lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún delito en él.» Salió entonces Jesús fuera llevando la
corona de espinas y el manto de púrpura. Díceles Pilato: «Aquí tenéis al
hombre.» Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo,
crucifícalo!» Les dice Pilato: «Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo
ningún delito encuentro en él.» Los judíos le replicaron: «Nosotros tenemos una
Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios.» Cuando oyó
Pilato estas palabras, se atemorizó aún más. Volvió a entrar en el pretorio y
dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le dio respuesta. Dícele Pilato: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes
que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?» Respondió Jesús: «No tendrías contra
mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado.»
Desde
entonces Pilato trataba de librarle. Pero los judíos gritaron: «Si sueltas a
ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se enfrenta al César.» Al
oír Pilato estas palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en el
lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbatá. Era el día de la Preparación de la
Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilato a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro Rey.» Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera!
¡Crucifícale!» Les dice Pilato: «¿A vuestro Rey voy a crucificar?» Replicaron
los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César.» Entonces se lo entregó
para que fuera crucificado.
Tomaron,
pues, a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado
Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con él a
otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.
Pilato
redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús
el Nazareno, el Rey de los judíos.» Esta inscripción la leyeron muchos judíos,
porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo, latín y
griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas:
"El Rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy Rey de los
judíos".» Pilato
respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito.»
Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron
sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y
la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: «No la rompamos;
sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que se cumpliera la
Escritura: = Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica.
= Y esto es lo que hicieron los
soldados.
Junto
a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de
Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al
discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»Luego
dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo
la acogió en su casa. Después de esto,
sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura,
dice: «Tengo sed.» Había allí una
vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en
vinagre y se la acercaron a la boca.
Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la
cabeza entregó el espíritu.
Los judíos, como era el día de la Preparación, para que
no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy
solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.
Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro
crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le
quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con
una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su
testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros
creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: = No se le
quebrará hueso alguno. = Y también otra Escritura dice: = Mirarán al que
traspasaron. =
Después de esto, José de
Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos,
pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo
concedió. Fueron, pues, y retiraron su
cuerpo. Fue también
Nicodemo - aquel que anteriormente había
ido a verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo
envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de
sepultar. En el lugar donde había sido
crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie
todavía había sido depositado. Allí,
pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba
cerca, pusieron a Jesús.
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