Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Área de Liturgia: Reflexión Evangelio - ciclo A – Domingo de Ramos

 

DOMINGO DE RAMOS

Nota: Aunque este domingo es conocido por muchos como Domingo de Ramos, el Evangelio que escuchamos es la narración de la Pasión y muerte de Jesús. La razón de esto es por que el próximo domingo se celebrará la Resurrección y los días jueves y viernes santos no son obligatorios (aunque es muy conveniente asistir a ellos), por lo tanto para poder hablar de la Resurrección el próximo domingo, en éste se tiene que leer de la Pasión.

 

REFLEXIÓN

 

EL TEXTO

Quisiera que comenzáramos nuestra reflexión con las Palabras de san Pablo en la segunda lectura: "Hecho uno de ellos, se humilló a si mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz". Estas palabras nos dejan claro que la muerte de Jesús en la Cruz no fue un asesinato sino más bien una oblación, una entrega libre y consciente que Jesús quiso realizar. Los mismos judíos le decían en el momento de la crucifixión: "Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en él". ¿Por qué no bajo Cristo de la Cruz? ¿No hubiera sido mejor bajar de la cruz y convencer así a todos que él era el Señor, el Rey de Israel? ¿Pero, realmente creerían en él? Cuántas señales les había dado Jesús y con ninguna se habían convertido. ¿Qué le aseguraba que con ésta ellos se convertirían? ¿Por qué no lo hizo Jesús?

 

La Cruz no es una novedad para Cristo en el momento de enfrentarla; él ya lo había intuido con anticipación (tres veces había prevenido a sus discípulos de ello). ¿Pero por qué no la evitó, por qué no la esquivó como lo había hecho ante otras situaciones de amenaza? Jesús acepta la Cruz como rechazo de su proyecto del Reino, o sea como rechazo de Dios como un Padre, misericordioso, que busca la conversión del pecador, que no hace a un lado a nadie, de un Dios que quiere tu corazón más que tus ritos, de un Dios que es Amor incondicional. Es decir, Jesús había proclamado cuál era el verdadero Camino, la Verdad plena y la Vida eterna; pero si ellos no estaban dispuestos a aceptarla, Él no podía proponerles un Dios distinto para que no lo mataran. Jesús muere en la Cruz como signo perfecto de que todo lo que él había enseñado con sus palabras y obras era la Verdad y no había otra verdad por la que valiera la pena vivir. Si el mundo quería rechazarla, él "no cabía" en este mundo, pues Él era esa Verdad y esa Vida rechazada.

 

ACTUALIDAD
En este sentido podemos afirmar que los signos que llevaron a la Cruz a Jesús siguen presentes hoy en nuestro mundo. ¡Cuántas veces nuestras realidades cotidianas son un claro rechazo de las verdades del Evangelio! La injusticia, la corrupción, la mentira, la discriminación, las desigualdades humillantes, los excesivos gastos de algunos ante la miseria de otros, los ritos justificadores de injusticias (voy a misa pero no me importa mi prójimo), las envidias, el egoísmo, la insensibilidad ante el sufrimiento del prójimo, tantas omisiones, la violencia, etc. No tengo la menor duda que el Evangelio sigue siendo rechazado y Cristo crucificado, pero ¿qué nos toca a nosotros como cristianos? ¿Resignarnos y formar parte de estas estructuras? Eso no fue lo que hizo Jesús. Jesús nos enseña a no perder la esperanza, y ha ser COHERENTES con nuestra fe y vivir según las verdades que en ella encontramos. Eso significará muchas veces ser "crucificado" con Cristo, pero no podemos dar otra respuesta, no podemos cambiar de Dios para que el mundo "no me rechace".

 

PROPÓSITO

Esta semana, no se trata de guardar un sentimiento de luto por que Cristo ha muerto; pues seríamos ciegos e hipócritas al no recordar que ya ha resucitado. Sin embargo, sí nos serviría mucho guardar un silencio reflexivo que nos ayude a descubrir cuáles son las actitudes con las cuales yo "rechazo" la Palabra y la obra de Jesucristo. Tal vez es tiempo de hacer un examen de conciencia que vaya más allá de: "mentí, tuve malos pensamientos y me enojé". Nuestras actitudes, que son más profundas que las acciones, muchas veces rechazan a Cristo de una manera más radical. Reflexionemos esta semana, ¿EN QUÉ ME HA AFECTADO LA MUERTE DE CRISTO PARA QUE YO RECAPACITE Y ME CONVIERTA?

 

 

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