Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

Inicio

Indice

 

 

Área de Liturgia: Oraciones 2002-03: Ciclo B - Domingo XVII del Tiempo Ordinario

 

COMENTARIO

EL PAN DE LA VIDA, DON INAGOTABLE DE CRISTO
(17º Domingo ordinario -B-, 27 de julio de 2003)

La inclusión del capítulo 6º de san Juan

        En este domingo se interrumpe la lectura del Evangelio según san Marcos para proclamar - durante cinco domingos - el entero capítulo sexto de san Juan, el “discurso sobre el pan de la vida” que tiene como punto de partida la multiplicación de los panes y los peces. Este signo que ahora correspondería normalmente leer en san Marcos (6, 35-44) fue realizado por Cristo como Buen Pastor, preocupado por el alimento material y espiritual de sus ovejas. El Señor se ocupa de nosotros del mismo modo que en el domingo anterior lo veíamos atento a proporcionar descanso a sus discípulos después de su viaje misionero; del mismo modo que atendió a la muchedumbre de sus seguidores que andaban como ovejas sin pastor (Mc 6, 34; Domingo anterior), dándoles primero el pan del espíritu, con sus palabras, y luego el pan de los cuerpos, multiplicando los panes y los peces.

El significado de la multiplicación de los panes y los peces

        Este signo tiene un primer significado que comparten los cuatro evangelios, y otro cristológico y eucarístico más profundo, propio de san Juan, que será desarrollado a lo largo de los próximos cuatro domingos y que es el discurso sobre el pan de la vida que es Jesús mismo.

        Es un signo mesiánico: Jesús vino para anunciar y realizar la salvación, para decir y para hacer, para saciarnos con la palabra y con la Eucaristía.

        En este primer sentido Jesús es reconocido como el profeta que tenía que venir al mundo (Jn 6, 14), pues la gente recordó fácilmente el prodigio que se atribuía al profeta Eliseo, cuando dio igualmente de comer a sus numerosos seguidores con sólo veinte panes de cebada (Primera lectura). Los primeros cristianos dieron mucha importancia a este episodio de la vida de Jesús, que aparece como el enviado definitivo de Dios, alguien que es mucho más que Eliseo.

Las figuras que anuncian a Jesús en el Antiguo testamento.

        En muchos pasajes, los evangelios insisten en que los grandes personajes del Antiguo Testamento eran figuras proféticas de Jesús, pero el Señor los superaba infinitamente; de este modo, los judíos podían comprender a Jesús a partir de su tradición en la que estaban familiarizados, y los cristianos de todos los tiempos encontramos en la historia de Israel modelos que nos ayudan a descubrir los muchos aspectos o facetas de la personalidad incomensurable del Salvador, cuya naturaleza divina y su misión no se agota en uno de sus nombres o acciones; es lo que se llama el descubrimiento de Jesús por medio de la revelación gradual en la historia de la salvación. Así el Señor es más que Isaac, más David, más que Moises, más que Salomón, más que Jonás, más incluso que la figura impresionante y semidivina del “Hijo del hombre”.

Jesús, alimento inagotable para la salvación.

        Jesús es más grande que el profeta Eliseo, pues éste alimentó a sus discípulos en un momento de apuro, pero el Señor sigue alimentando a los suyos en todo tiempo y lugar mediante su palabra y, sobre todo, con el inagotable misterio eucarístico. Se dice que “una cosa es predicar y otra dar trigo”, y Jesús envió a sus discípulos a anunciar y realizar la salvación, de modo que la Iglesia tiene asimismo como parte de su misión el procurar el pan de este mundo a los que carecen de él, porque hay suficiente para todos si los hombres son capaces de compartir lo que tienen, incluso su propia pobreza, conforme al ejemplo del Evangelio.

Jaime Sancho Andreu

 

Inicio

Indice