Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Torrent

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Area Vocacional 2002-03: Sacerdotes: Visita al Seminario

 

Propuesta de Horario

9:45h Salida del Metro.

10:30h Oración de Bienvenida en la Basílica (preparan los seminaristas de Torrent)

            Explicación del día

11:00h Almuerzo. ( integrarse los seminaristas en los grupos)

11:20h Vídeo en el Salón de Actos.

11:45h

Como hay poco tiempo para la reunión y la visita se pensó conveniente que los jóvenes se centraran en la reunión, y que los confirmandos hicieran una reunión “interactiva” a medida que se les va enseñando el seminario se va explicando las dimensiones d ela vocación, la vida del seminario,.....

Creemos que los grupos sería conveniente hacerlos lo más natural posible de manera que no hubiera que perder el tiempo en presentarse y en “romper hielo”.

Post confirmación y Jóvenes:             Reunión

Confirmación :                                   Visita guiada del seminario y explicación

13:00h Eucaristía

14:00h Comida.

En la comida sería interesante que los seminaristas que han estado en los grupos continuaran con ellos de manera que se pudiera dar un coloquio más “natural” y a veces más personal.

15:00h Tertulia

            Visita la seminario de los jóvenes

            Deporte para los de confirmación

16:00h Regreso


 

 

“Vivir la vida como vocación”

 

La palabra vocación evoca ante todo una llamada al crecimiento, a la realización, a ser uno mismo. El pájaro tienen vocación de volar, el agua de correr, el hombre de amar y ser amado. Todo el mundo creado tiene metas, camina hacia algo, se mueve, crece, quiere alcanzar su plena realización, su plenitud.

La vocación humana.

Dentro del mundo el hombre, como culmen de la creación, tiene una llamada especial a realizar un proyecto. El proyecto de realización humana consiste en la capacidad de potenciar valores y virtudes aceptando y superando los defectos. Esto solo puede hacerlo un hombre libre y responsable: una persona.

La vocación cristiana

Es una forma concreta de realizar la vocación humana. El proyecto de realización de un cristiano es vivir según el estilo y el mensaje de Jesús de nazaret. El nos muestra el hombre nuevo, es decir, el hombre consumado, realizado. Ese es nuestro proyecto.

El proyecto de vocación cristiana pasa por pertenecer a la Iglesia, es decir, formar parte de una comunidad de hombres bautizados, hombres y mujeres que han aceptado el proyecto de Jesús en sus vidas y se esfuerzan por vivirlo cada día de una forma más plena.

En nuestra Iglesia , además, cada uno tenemos un puesto único. Dios acostumbra a llamar por nuestros nombres propios. Cada uno tenemos una responsabilidad.

Cada uno ha de preguntarse : Señor ¿qué quieres que haga?. La iGlesia tiene una misión de salvación en el mundo. Pero cada cristiano vive esa misión de una forma específica y concreta según la llamada de Dios.

Escuchad lo que Dice S. Pablo:

     “Fue él quien dio a unos como apóstoles. A otros como evangelizadores, a otros como profetas, a otros como pastores y maestros, para construir el cuerpo de Cristo, hasta que todos sin excepción alcancemos la unidad que es ele fruto de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios.” Ef 4, 11-13

En la iglesia existen tres caminos de realización de la gracia del Bautismo. Tres vocaciones necesarias para la vida de la misma. Tres caminos de realización cristiana.

Vocación Seglar

            El sacramento del bautismo es una llamada de Dios a participar del ser y de la misión de Jesucristo. Es una llamada a la configuración progresiva con Cristo.

Esto le da al seglar una capacidad de ser otro Cristo en el mundo. Allí donde un cristiano realiza su misión conscientemente está presente la Iglesia de Jesucristo.

El campo de acción del seglar es el mundo: la vida profesional, el centro de estudios, el barrio, la política, la familia...

La vocación seglar da lugar a muchos carismas según el don que Dios da a cada uno: Oración, cercanía a los demás, servicio, vivencia de la pobreza, animadores de grupos, catequistas...

La misma vocación seglar puede vivirse desde dos estados de vida: El matrimonio y el celibato por le Reino de Dios.

 

La vocación religiosas.

Dios llama a hombres y mujeres a seguirle radicalmente con unh estilo propio de vida.

El religioso es un cristiano que quiere seguir a Cristo en pobreza, no tener nada propio, sino al servicio de los demás: obediencia, vivir en disponibilidad total a la voluntad de Dios mediatizada en los superiores y castidad, no formando una familia, pero dándose en un amor universal. Y todo ellos viviendo en comunidad, es decir, en familia, entre hermanos.

 Esta vocación se desarrolla con matices propios según carismas del Fundador de una u otra congregación o instituto religioso. Los fundadores han sido profetas que han sabido seguir a Jesús radicalmente en una época histórica concreta. Pongamos como ejemplo a Francisco de Asís, Teresa de Ávila, Ignacio de Loyola. Vicente de Paúl...

 

Vocación sacerdotal.

El sacerdote es un hombre llamado por Jesús a ser para todos. Es un ministro que se realiza como colaborador del Obispo, sucesor de los Apóstoles. El sacerdote recibe el sacramento del Orden mediante la imposición de las manos. Este gesto, realizado desde el principio por los Apóstoles , le une a la tradición de la Iglesia; es decir, han querido ser fieles a los orígenes del cristianismo . El sacerdote tiene en la comunidad tres funciones:

-          Predica la Palabra: Habla en nombre de Jesús para que los que escuchan se conviertan a él.

-          Preside los sacramentos: Representa a Jesús ante la comunidad. preside la Eucaristía, perdona los pecados,  y realiza los demás sacramentos dejándole a Jesús actuar por él.

-          Es pastor y Guía del Pueblo: Aconseja, reprende, ilumina la fe, coordina todos los carismas para que sirvan a la unidad, y todo ellos lo hace ayudado por el Espíritu.


 

- Seminarista -

 

Me llamo Enrique, tengo veintisiete años y soy diácono de la diócesis de Madrid. Dentro de ocho días, si Dios quiere, con otros catorce compañeros seré ordenado sacerdote. ¡Sacerdote de Jesucristo! En este momento crucial de mi vida, al contemplar hasta dónde ha llegado el amor de Dios por mí... sólo puedo adorarlo y darle gracias por el don de la vocación, que no ha sido otra cosa sino la historia de un amor que ha cambiado mi vida, que ha roto el estrecho marco de mi puerta, que ha ensanchado mi corazón..., que me ha abierto a un horizonte de plenitud.

Como muchos jóvenes, conocí a Dios desde niño en mi familia, en mi parroquia, mis catequistas, mi grupo de amigos. Como muchos otros, entré en la universidad, salía con una chica y era un joven normal. Pero poco a poco, mi amistad con Cristo lo fue inundando todo, pedía más. Y yo reconocía que era más feliz cuando no me reservaba nada. La oración, la Eucaristía, el acompañamiento espiritual... eran los medios de los que Dios se servía para mostrarme con absoluta claridad su bondad y su amor. Mi sed de felicidad la iba llenando Cristo.

Recuerdo qué profunda impresión me causaron las palabras del Papa cuando en junio del noventa y tres, nos dijo a los jóvenes reunidos en Madrid: “¡No tengáis miedo! ¡ No tengáis miedo a ser santos!”. En ese mismo lugar, el Papa que había visto siendo niño animando a los jóvenes a “abrir las puertas a Cristo”... me hablaba a mí. Hablaba a todos, pero me lo decía a mí: “¡Enrique! ¡Ábrele a Cristo el corazón de par en par! ¡No tengas miedo!” Y en su voz y en su mirada reconocía la voz y la mirada amorosa de Jesucristo, que desde su Cruz tiene sus ojos puestos en los míos... Desde entonces, no he cesado de buscar esa mirada...

París, Roma,... La última cita, el verano pasado en Toronto, donde esa mirada nos prometía “la misma alegría de Jesús”. Hay que dar la vida. Sabemos que nuestro mundo está herido por el odio, el pecado y la muerte... y que muchos no han recibido la Buena Noticia de que Dios les ama tiernamente. Los hombres tienen hambre y sed, ¡hambre y sed de Cristo!, de su perdón y misericordia. Por eso, junto a todos los seminaristas del mundo quiero decir que Dios puede contar con nosotros, que el Señor puede contar con nuestras vidas, para realizar a través nuestro la obra de la salvación de los hombres.

Pedimos a la comunidad cristiana que nos encomiende al Señor para que seamos santos sacerdotes. Y que su palabra y su mirada alcancen el corazón de muchos jóvenes para que también ellos respondan sí a Jesucristo con la entrega sacerdotal de sus vidas, que nosotros nos disponemos a comenzar.

Enrique González Torres (Seminario Conciliar de Madrid)

 

¿Qué crees tú que le pudo ocurrir a Enrique para dejar su vida “normal” y  entrar en el seminario?

¿Hasta que punto crees importante que sigan habiendo personas que en nombre de Jesús sigan predicando su Palabra,  partiendo el Pan de la Eucaristía, perdonando, acompañando, ayudando a vivir la fe en la cotidianidad...?

¿De todas estas actitudes sacerdotales cuál te ha ayudado más a descubrir la presencia de Jesús en tu vida? ¿Cuál te gustaría poder ofrecer a los demás en nombre de Jesús?

 

-         Hermana de la Cruz –

Soy la Hermana Rut de Jesús. Tengo 28 años. Pertenezco al Instituto de Hermanas de la Cruz, fundado por La Beata Ángela de la Cruz. Ingresé en él a los 20 años. Aunque soy juniora de votos temporales, estoy comprometida con Jesús para siempre, con un amor indiviso, en una vida de oración y de servicio a los más pobres, enfermos y abandonados en sus propios domicilios. Les lavo la ropa, les arreglo la casa, les hago la comida, curo sus llagas, los velo por las noches,... y lo más importante, les doy todo el amor que necesitan, porque en la oración Jesús me lo regala. Dios es amor (1 Jn 4,8) y yo se lo devuelvo amando a los pobres, entregándoles mi juventud y mi vida entera.

Antes de ingresar en el Instituto, era una joven normal: me gustaba la música, las cosas bellas, el arte, la amistad, la aventura,... Había soñado muchas veces con mi futuro. Pero un día vi por la calle a dos Hermanas que me llamaron la atención: por su recogimiento, su paso ligero y la paz de su semblante. Eran jóvenes como yo. Me sentí vacía y en mi interior oí una voz que me decía: ¿qué haces con tu vida? Quise justificarme: estudio, saco buenas notas, tengo muchos amigos,.. Me quedé mirándolas hasta que desaparecieron de mi vista mientras yo me preguntaba: ¿quiénes son? ¿a dónde van?.

Como Nicodemo, invité a Jesús en la noche de mi inquieto corazón y en la oración entré en diálogo con Él. Con Él sentí la llamada de tantos hermanos que me pedían mi tiempo, mi juventud, el amor que había recibido del Señor. Y busqué, y me encontré con la mujer que estaba más cerca del misterio de la Cruz de Jesús, junto a María: Sor Ángela de la Cruz. Ella se había configurado tanto con la Cruz de Jesús que se hizo amor para los pobres que sufren. Me cautivó y quise ser de las suyas.

Y aquí estoy. Consciente de lo que he dejado. He dejado todo lo que los jóvenes que están con nosotros poseen: la libertad, el dinero, un futuro tal vez brillante, el amor humano, quizá unos hijos... Todo lo he dejado por Jesucristo que cautivó mi corazón, para hacer presente el amor de Dios a los más débiles en mi pobre naturaleza de barro.

Tengo que confesaros, que soy muy feliz y que no me cambio por nada ni por nadie. Vivo en la confianza de que quien me llamó a ser testigo, me acompaña con su gracia.

Gracias, a los que por su vida entregada sin reservas como testigos fieles del Evangelio, fortalecen nuestra fe, avivan nuestra esperanza y abren nuestro corazón al amor ardiente del que sabe perder su vida para que los demás la ganen.  

Gracias, por los que nos dicen  que el mundo necesita testigos vivos del Evangelio y que cada uno nosotros podemos ser uno de esos valientes que se arriesguen a construir la nueva civilización del amor, porque lo que nosotros no hagamos por los pobres, contemplando en ellos el rostro de Cristo, se quedará sin hacer.

Hna. Rut de Jesús (Instituto Hermanas de la Cruz)

 

Al escuchar este testimonio, ¿qué interrogantes, deseos, surgen en ti?

¿No crees que cada uno/a tenemos una misión que realzar en este mundo?, ¿te has preguntado alguna vez cual es tu lugar en la Iglesia?

¿Crees que la vocación supone un verdadero enamoramiento de Dios que puede llenar afectivamente el corazón?


 

 

Un matrimonio

 

Somos una familia española que comprendimos que merecía la pena ofrecer nuestra juventud a Cristo pues sólo Él da sentido a nuestra vida. Con el ejemplo de muchos, hemos aprendido que se puede seguir siendo joven a pesar de la edad, del dolor y de la enfermedad.

Sabemos sobre las dificultades para vivir un noviazgo cristiano. El testimonio de muchos  nos ayudaron a definir nuestro camino, conscientes de que el noviazgo es la antesala del matrimonio, y que el verdadero matrimonio es cosa de tres: Dios, el hombre y la mujer.

Damos gracias a Dios por nuestra primera hija y le pedimos estar siempre abiertos a la vida a pesar de las dificultades. Que nos ayude a ser testigos, a través del matrimonio, del amor de Dios a los hombres, defendiendo y promoviendo en privado y en público el carácter sagrado del matrimonio, como unión indisoluble del hombre y la mujer, abiertos a la vida, donde el hijo no es ni una amenaza a la comodidad, ni un derecho de los padres, sino un regalo de Dios que ha de acogerse con alegría.

Gracias, por la valentía de los que luchan incansablemente en defensa de los derechos del hombre, en especial de los pobres, los marginados, los enfermos, los no nacidos, los moribundos, y por la lucha a favor de la paz. Nos hacen conscientes de que seguir a Jesucristo implica muchas veces ir contra corriente, exigiéndonos un testimonio valiente en una sociedad que a menudo vive de espaldas a Dios.

Gracias a los que nos exhortan a hacernos presente en la vida pública y a impregnar este mundo del espíritu del Evangelio. Gracias a los que nos animan a desear la santidad. También nosotros deseamos ser santos, aunque experimentamos la fragilidad y el pecado. Estamos convencidos de que la gracia y el perdón de Dios son más fuertes que nuestra debilidad.

 

¿Qué crees que quieren decir cuando afirman que el matrimonio es cosa de  tres?

¿Crees que es el matrimonio una verdadera consagración a Dios?

¿Qué diferencia crees que hay entre un matrimonio cristiano y uno civil?  ¿Cómo se puede concretar?, ¿Qué medios se necesitan?

 

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